Capitulo 4. Shock

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La paz que se sentía en aquella habitación era indescriptible. Las suaves mantas que me envolvían como un delicado y acogedor abrazo me hacían entrar en un trance tal que perdí la razón del tiempo. Aquel esponjoso colchón se sentía como montar una nube. No recuerdo en qué momento de la noche sucumbí ante los brazos de Morfeo, de lo que si estaba segura, era que no había descansado tan bien en semanas como esa noche... Eso y que en lo más profundo de mis sueños, un sonido repetitivo y molesto comenzó a resonar en mi cabeza.

DRING, DRING
DRING, DRING

Desperté de poco a poco, estirando mis piernas y brazos en la cama con sumo cuidado de no despertar a Julie quien dormía a mi lado. Limpie mis ojos para intentar ver con claridad y de pronto, note los primeros rayos del sol salir y colarse por la ventana de la habitación. Mi tranquilidad era nata hasta en el preciso instante que mire al reloj de la mesa de noche a lado de la cama.

El reloj marcaba como una especie de sentencia las 7:49 AM... Y yo, entraba a trabajar en punto de las 8:00 AM. Mi paz se disipó y de un salto, salí de la cama de Julie, mi corazón comenzó a latir con suma velocidad y fuerza frenética, mientras corría hacia una parte de la habitación, buscando ponerme mi uniforme y mis cosas, dejando volar la afelpada pijama que esta me había prestado en la noche para dormir, justo en una silla aledaña.

Julie en un principio ni se inmutó, parecía estar en fase REM desde hace ya rato. Solo se despertó, poco a poco hasta que escucho mis jadeos a lado suyo, mientras me peleaba con mis propios zapatos esperando que entrarán a la fuerza. 

     — ¡Es tarde! ¡Tarde! ¡Muy tarde! —alzaba un tanto mi voz intentando disipar el estrés y concentrarme— 

     — ¿Eli? —preguntó con pesadumbre Julie mientras se levantaba lento de su cama— ¿Qué hora es?

     — ¡¡¡Las 7:53 de la mañana y tengo que estar en el trabajo en siete minutos!!! —chillé mientras que improvisaba una torpe coleta de caballo en mi cabello y tomaba mis cosas, lista para irme tan rápido como un rayo. A pesar de que el departamento de Julie no quedaba tan lejos de mi empleo, sabia que duraría quince minutos o más en llegar, no podía esperar, tenia que moverme— ¡Prometo volver cuando descanse! ¡Gracias por la cena! ¡Me divertí mucho! ¡ADIOS! 

Antes de abandonar la habitación, note por segundos el rostro de pánico de Julie y como salía de su cama, mientras me llamaba para esperarla y llevarme en su auto. No quedaba tiempo. 

Tan pronto como pase por la sala y eche un ultimo vistazo a la brillante decoración y belleza de este, abrí la puerta del departamento y cerré detrás mío, azotándola con fuerza en el proceso. Inmediatamente comencé a correr por el extenso pasillo de elegantes puertas de madera y gire hacia las escaleras, saltando de dos en dos con la esperanza de ganar unos minutos mas de tiempo; admito que tropecé un par de veces en el proceso pero no me importaba en lo absoluto, mi corazón latía tan rápido que parecía que iba a detenerse, mi respiración se volvía agitada, mi cabeza intentaba reactivarse, luchando aun con la sensación de somnolencia y pesadez en mis ojos.  

Me encontraba en el noveno piso, bajar totalmente las escaleras seria una tortura para mi, así que decidí por echar un vistazo a mi alrededor del pasillo. Tan rápido como lo pude analizar, note un elevador al fondo del pasillo donde me encontraba, era algo largo pero si corría aun mas rápido no sentiría la distancia. 

Fije mi mirada en el par de puertas metálicas como una presa e inicie mi carrera. Justo a mi lado derecho, una serie de balcones decoraban el edificio y daban una vista hacia afuera, mi vista se desvió por un momento en aquellas puertas de grandes ventanas que mostraban las nubes, me quedaba solo un tramo del camino y entonces... Frene mis pasos... 

Bajo la piel de Cordero || Dr. Octopus/ Otto OctaviusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora