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Su comportamiento no debía estar afectado, pero ya estaba desmesurado consigo mismo.

Y no, no hablaba del aspecto de su ropa, sino en un sentido más bien cognitivo, pues lo tenía aturdido la información que Endou había soltado. Admitía cierta sorpresa que, de hecho, pudo ocultar, pero necesitaba tiempo para ordenar todo dentro de su cabeza. Además, creía que abrió la boca sin pensar, empeorando más el ánimo de su mejor amigo.

Que sus palabras fueran incorrectas no era el caso, es que le resultaron insensibles para un momento tan delicado.

Sin embargo, no se arrepiente de lo que pasó horas atrás. Definitivamente había servido de algo, y viéndolo por donde sea, él estuvo involucrado en algún punto de la conversación, así que no lo ignoraría. La relación de ambos también se vio perjudicada al parecer.

Al mismo tiempo que se proyectaba una luz entre ellos.

Revisó la ropa que vestía; oxidada la gente que lanzara malos comentarios. Además de irse primordialmente por la comodidad, su conjunto rojo deportivo tenía estilo. Si atraer la atención se presentara a estas horas, solo esperaba que al llegar a su destino se abstuvieran de a hacer preguntas acerca de su selección.

—Conociéndola... —Gouenji se detuvo— será la única en molestarme.

Su celular comenzó a vibrar.

Una vez que retomó la caminata, sacó el pequeño aparato del bolsillo izquierdo y leyó el nombre de Natsumi en la pantalla.

—Di.

—Guau, chico Antártida. Un saludo no te derretirá —no pudo evitar rodar los ojos.

—Te saludé en la escuela —objetó.

—Es tener modales, Gouenji. Y eso fue ayer.

—Solo es una palabra que no hace la diferencia.

Divisó la Secundaria Yokato a los lejos.

Era extraño visitar las instalaciones cuando nadie las usaba, excepto por el guardia que a veces merodeaba por ahí.

—Sabes bien que... —Natsumi se calló— Ya. Como sea —suspiró pesadamente. Las finas cejas de Gouenji se alzaron—. ¿Llegaste?

—Solo paso dos cuadras y ya.

—Diablos —maldijo en un susurro.

—Auch. Desconocía tu arrepentimiento a último minuto —sonrió al ver que un minino saltó exitosamente de un techo a otro.

—No, no, no —aclaró rápidamente Natsumi—. Es que...

Perspicaz o adivinador, ese silencio le bastó para darse cuenta de que las cosas, muchas veces, no iban como planeabas. Era ridículo cuando cualquier inconveniente te hacía malgastar el tiempo. Lo peor: ocurría de manera repentina.

—Mmm... —fingió pensar, no iba a relucir su irritación— ¿Cuánto crees que tardes? —preguntó, esperanzado de una respuesta clara.

La plática con Endou lo dejó desconectado, no le emocionaba tener que enfrentarse a sus pensamientos por mucho tiempo.

—Esa es la cuestión —ahora él suspiró mientras fulminaba la puerta cerrada.

—Aquí te espero.

—Lo haré lo más rápido que pueda —tras la línea, pudo escucharse la puerta de un supermercado abrirse.

—Sabes que pudiste llamarme antes para ir a ayudarte, ¿no?

—Gouenji, nunca contestas las llamadas.

Él soltó una risa nasal.

—Qué raro. Eso es lo que acabo de hacer.

Me gustas © - Inazuma eleven (F)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora