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¿Con la experiencia se nace o tienes que desarrollarla conforme creces?

Una pregunta que incluso sintiéndose estresado como para analizarla, no pudo evitar preguntarse tan repentinamente.

Había escuchado por parte de algunos adultos que la experiencia nunca iba a dejar de presenciarse en la vida del ser vivo, igualando aquella simple palabra entre los animales y el ser humano. Fue difícil hallar una razón que terminara haciéndolo entender, pero esa plática ocurrida dentro del restaurante Rai Rai, a pesar de lo eterna que se volvió, agregando los diferentes ejemplos que tomaron de referencia, capturó toda su atención.

Palabras como trabajo, dinero, despidos, independencia, préstamos, conflictos y más trabajo, no paraban de ser los protagonistas. Al instante, pudo verse fuera del tema mientras intentaba coincidir con el afán de unir todo con la susodicha experiencia, pero más importante, jamás comprendió la curiosidad que tuvo como para escuchar esa plática ajena, plática que, desde un inicio, por más extraña que había sido su influencia, iba a olvidarla justo después.

O no.

Y es que, sin embargo, en medio del intercambio de comentarios entre aquellos alardeadores ancianos, se vio inquieto y algo desorientado ante lo que para muchos es considerado otra realidad (al parecer), creando entonces su propia duda que hoy en día seguía sin responder.

Por segunda ocasión su cerebro trabajaba por sí solo, mas ¿qué relación tenía esa realidad con la experiencia?

—¿Qué... ¡Oye! —de pronto necesitó descansar, estaba harto de su inutilidad. Aun si fuera manchándose las rodillas, no había porqué mantenerse en alto— Maldición, en serio qué te sucede —desconocía el tono de voz usado, pero podía percibir la confusión causada por su actitud.

Porque no hacía más que generar problemas y aproximar a que alguien más lo conciliara ante la destrucción que él mismo formó en sus vidas.

—Endou, reacciona —siendo un reflejo instantáneo, Endou parpadeó para seguidamente recobrar sus sentidos un poco tarde, sintiendo primero el tacto con la banca.

Recorrió entonces con su mirada el escenario que tenía enfrente como si quisiera recordar el lugar donde yacía.

Había salido a distraerse, no a pensar una y otra vez en lo mismo; a despejarse de lo sucedido con Aki para no estar encerrado en aquel círculo inseguro. No obstante, hace poco se había desconocido a sí mismo. Dudaba gratamente en si podía olvidarlo por lo menos y buscar la manera de recomponerse. Sentía vergüenza personal, demasiada... Pero ¿acaso podía a hacer una cosa diferente?

A pesar de la suave brisa que removió sus mechones castaños, no pudo disfrutar de la sensación ni del ligero sonido que siempre se adentraba en sus oídos. Por lo visto, hoy era la excepción y posiblemente seguiría siéndolo en el futuro. Aunque al menos se dejó llevar por la emoción del actual partido. porque eso era lo único que podía observar, lo único que podía agradecer. Un miserable comportamiento.

—Hey, hasta que al fin me haces caso —sin importar lo mal que estuviera, se dignó a sonreír.

—Lo lamento... —cuando la disculpa sería su único comentario, prefirió alargar— pero hace tiempo que no veo jugar a los niños, ¿sabes? Es nostálgico porque hemos estado muy ocupados y no he tenido la oportunidad de venir —dijo, haciendo su mayor esfuerzo para sonar creíble—. ¿No te sientes igual, Gouenji?

—Un... poco —se limitó a contestar este mientras dirigía la vista al campo—. De hecho, me retracto. Este lugar también me hace recordar aquel día.

—Siempre dices eso cuando estás aquí —Endou rio a lo bajo.

Su risa no era la misma, y él se dio cuenta.

Me gustas © - Inazuma eleven (F)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora