5.

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Endou, quien después de haberse motivado a sí mismo, salió de la enfermería para dirigirse a la banca donde hace unos momentos descansaban sus compañeros de equipo, los cuales ahora estaban retomando el partido que había sido detenido por el gran golpe que le dieron. Llegó a la banca y se sentó, seguido prestó atención al partido a la vez que contaba a todos los jugadores que estaban en la cancha.

—9, 10, 11... —hacía la cuenta Endou— Diablos, ¿en qué número me quedé? ¡Oh! 10 y 11 —el pelicastaño suspiró—. Bueno, a mi equipo le falta un delantero, así que yo voy de medio... —sonrió de forma macabra mientras miraba a los lados, asegurándose de que Aki no lo estuviera observando— Je, je, je. Lo siento, Aki, pero necesito ayudar a mi equipo —concluyó, caminando de puntillas al campo de juego, pero para su desgracia fue detenido antes de entrar al campo por un aura oscura.

Un escalofrío recorrió la espalda del capitán de Raimon.

—¿A dónde crees que vas, Endou? —el nombrado tragó duro, se giró con lentitud para encontrarse a su futura novia frente a él.

Su semblante era serio pues tenía el ceño fruncido con una ceja levantada. No era común encontrarla de esa manera, solo cuando la hacían enojar o cuando una, dos o más chicas desconocidas se apegaban a Endou.

—Aki, hola... —caminó Endou a la banca donde hace un momento yacía sentado. Sudó frío por la mirada que le brindaba Aki mientras se sentaba.

—¿Qué hacías cerca del campo de fútbol? —preguntó la peliverde, sentándose a un lado de Endou— ¿Acaso planeabas entrar al campo y jugar con la nariz media fracturada y la cabeza dañada por el golpe? —volvió a preguntar Aki, alzando una de sus cejas.

—Eso... Yo... —suspiró el pelicastaño para después rascarse la cabeza— Así es... —Aki sonrió con ternura.

—En serio que no puedes estar un día sin jugar fútbol. Entiendo que te guste mucho, pero debes de tener en cuenta de que estás lastimado, por lo tanto, necesitas descansar.

—Lo sé, mas no creo que esto sea grave —decía Endou, tocándose la cabeza—. ¿Ves? No me duele, soy de hierro —sonrió.

—Endou...

—Bien, de acuerdo. Me duele la cabeza y más la nariz, prometo no jugar hasta que me recupere.

Ahora fue ella quien sonrió. Le gustaba cuando Endou decía la verdad puesto que en ocasiones se la pasaba mintiendo cuando le preguntaba si estaba bien al recibir un golpe ya sea en su cara o alguna parte de su cuerpo.

—Gracias —Endou sonrió mientras agarraba la mano izquierda de Aki y, al hacerlo, entrelazó sus dedos con los de ella.

Un sonrojo por parte de Aki hizo que por alguna razón retrocediera a la plática que tuvo con Gouenji en la enfermería. Aquella conversación pasó por su mente, ocasionando un nerviosismo en este, aunque ¿por qué? Dio un suspiro y obligó a que Aki lo mirara a los ojos.

—Aki, la verdad es que...

~ Gruuuuu ~

Oh, ¿en un momento como este? ¿En serio?

—¿Por qué no me dijiste que tenías hambre? —preguntó Aki, poniéndose de pie al igual que Endou— Ven, vamos a prepárate mucha comida deliciosa —Endou bajó la mirada mientras la gerente peliverde lo llevaba a la mini cocina rosa—. Por cierto, ¿qué ibas a preguntarme? —ella miró al pelicastaño mientras este levantaba la cabeza para mirarla.

—¿Ah? —el ojicafé se rascó la cabeza— Oh, no era nada —mintió sonriendo.

—Ya veo... —pronunció algo pensativa la peliverde, dirigiendo su mirada al frente. Soltó la mano de Endou debido a esto.

Me gustas © - Inazuma eleven (F)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora