Sentados como estamos te puedo decir qué, cuándo y dónde nos conocimos, aunque ya lo sabes. ¿Haría falta entonces recordar esos tiempos en los no éramos nada siendo algo?
Recuerdo...
Recuerdo cómo veía un mensaje tuyo, contándome tus gustos, tus ideales, tu vida. Quién me iba a decir a mí que esa vida pasaría a ser parte de mi vida. Quién me iba a decir a mí que toda tu cultura musical pasaría a sonar a través de mis auriculares.
Recuerdo cuando éramos tímidos el uno con el otro, cuando no nos aguantábamos la mirada más de 5 segundos por timidez. Cuando los dos deseábamos (y deseamos) con todas nuestras fuerzas dormir uno al lado del otro. "Pero estaríamos demasiado pegados", recuerdo que me dijiste, y yo pensé "ni que eso fuese un problema."Pero dejemos de recordar. El pasado fue bonito, el comienzo fue bonito.
El presente tampoco está nada mal. Podemos comprobarlo si te quitas la camisa. Esas marcas moradas y rojizas, que en principio te duelen pero que en realidad te gustan, son signo de deseo y amor incondicional, pruebas de que mis labios son tuyos y marcas que se repiten en tus clavículas, bajando por tu pecho.
Comprobemos que el presente no es malo, que el presente es complejo. Es un presente en el que no estamos todo lo juntos que me gustaría. Es un presente que se resume en echarte en falta en el sofá por las tardes, en la cocina acompañándome con café, en mi cama fría y sola. Puede que sea incluso complejo, porque me haces mejor persona, porque me das la seguridad que no tengo.
Porque me haces querer quererte, queriendo como no he querido querer.Seguiremos, avanzaremos juntos, nuestra vida, nuestro camino, nosotros. No me importa que sea largo el camino, cuanto más tiempo juntos mejor.
Quiero despertar a tu lado, o acostarme contigo. O todo. Siempre. Tú y yo.