Extra 4

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La dulce espera

—Maldita sea.— Jimin gimió, girándose en la cama hasta quedar boca arriba, mientras cerraba los ojos con fuerza. —No, pequeña, tranquila.— Susurró, pero su hija no le hizo caso, y siguió pateándolo mientras el intentaba volver a dormirse. —Creo que nos equivocamos.— Suspiró cuando sintió a su esposo entrar en el cuarto. —Es un niño.— Le informó. —Y va a ser futbolista.

Jungkook sonrió mientras se sentaba junto a él en la cama y corría las sábanas para acariciar su abultado vientre.

—¿Nuestra pequeña está inquieta hoy?

—Más que eso.— Susurró Jimin mientras abría, adormilado, los ojos. —Está loca.

Jungkook soltó una carcajada mientras Jimin volvía a gemir, y se inclinó para besar a su esposo en los labios.

—Buenos días, mi amor.

—Hola.— Susurró el pelirosa, levantando su mano derecha para acariciar los cabellos de su esposo. —¿Qué hora es?

—Las nueve. Tenemos el turno con el obstetra.

—El nuevo obstetra.— Masculló Jimin mientras se sentaba, con ayuda del castaño, en la cama. —No puedo creer que la Dra. Shin se haya ido de vacaciones.

—Vamos, arriba gordito.— Jungkook se levantó, tomándolo por las axilas y poniéndolo de pie junto a él.

Jimin bufó.

—Vuelve a llamarme "gordito" y voy a golpearte.— Masculló, mientras caminaba hacia el baño.

Jungkook sonrió mientras observaba el andar algo inestable de su esposo.

—Eres tan sexy.— El castaño soltó una carcajada cuando Jimin se giró una vez dentro del baño y le enseñó el dedo medio antes de cerrar la puerta.

Era increíble lo mucho que Jimin había cambiado. Ya no era un niño inocente y adorable.

Bueno, sí que era adorable, con su panza gigante y sus enormes ojos castaños. Y a veces podía dejarse entrever algo de aquella actitud tan ingenua que había tenido hacía años, algo que Jungkook adoraba.

Pero ahora era un hombre. Un hombre preparado para dar la vida por su hija y su esposo. Y Jungkook adoraba muchísimo más a su pequeño león.

Treinta minutos más tarde, Jimin se acomodó en el asiento del coche y dejó que Jungkook le colocara el cinturón de seguridad.

—Odio la ropa prenatal.— Susurró mientras observaba la camisa gris que se ajustaba a su vientre.

—Te ves adorable.— Respondió su esposo, acariciando su mejilla rápidamente antes de encender el coche.

Jimin soltó una risita mientras lo observaba con adoración.

—Para ti siempre voy a lucir adorable. Hasta cuando tenga setenta años y esté todo arrugado.

Jungkook soltó una carcajada mientras apretaba su rodilla.

—Siempre serás adorable.

Jimin se mordió el labio, con una sonrisa, antes de girar el rostro hacia las calles de la ciudad que pasaban junto a su ventanilla.

—Espero que el doctor no sea un idiota.— Susurró. El castaño soltó una carcajada.

—El doctor no será un idiota, cariño.— Sentenció.

El doctor era un idiota. Pensó Jungkook, mientras lo observaba saludar a Jimin con un fuerte abrazo y tocar su barriga.

Un idiota.

Tattoo - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora