Extra 3

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Nuevo integrante

Jimin se llevó una mano a la boca con un jadeo, abriendo los ojos como platos sin despegar la mirada del signo '+'.

Oh, Dios. Oh mi Dios.

—Cielos.—Susurró, antes de inspirar hondo y dejar el test de embarazo sobre el mueble del baño, mirándose al espejo con los ojos como platos.

Su teléfono comenzó a sonar en alguna parte de la habitación, pero lo ignoró, mientras se levantaba con manos temblorosas la camisa blanca que traía puesta y posicionaba una mano sobre su estómago.

Su hijo crecía allí.

Mi hijo. Nuestro hijo.

—Hola, pequeñín.—Susurró, bajando la mirada hacia su ombligo y con una sonrisa cada vez más grande extendiéndose por su rostro.—Hola, mi amor.

Unas cuantas lágrimas se escurrieron por sus mejillas, y se las secó lentamente, sin dejar de observar su estómago.

Tenía tantas cosas que hacer.

Tenía que ir al doctor, averiguar de cuánto tiempo estaba embarazado, decirle a Jungkook...

Decirle a Jungkook.

El pelirosa lo conocía lo suficientemente bien como para saber que se iba a poner loco de felicidad.

Dos años después de casarse, habían decidido que querían ampliar la familia, pero las cosas no habían ido como ellos se imaginaban.

Según los análisis a los que se habían sometido, no había nada mal en ninguno de ellos, pero Jimin creía que habían cometido un error, porque él no podía quedar embarazado.

Simplemente, no sucedía.

Ahora, cuatro años después de aquel hermoso día en que se convirtieron en esposos, cuando estaban comenzando a considerar la idea de la adopción, aquello sucedió.

Y Jimin se sentía la persona más feliz del Universo entero.

Su teléfono volvió a sonar con un ringtone estruendoso, y con un suspiro se encaminó hacia la habitación para tomarlo entre sus manos.

—Taehyung.— Dijo en cuanto se llevó el aparatito al oído. —¿Todo bien?

—No, todo mal. El idiota de mi esposo está tatuando a una perra en una teta, ¡En una teta!— Chilló su amigo al otro lado de la línea, y Jimin soltó una carcajada para luego hacer una mueca.

Taehyung y Hoseok se habían casado hacía dos años, y eran el matrimonio más tormentoso que Jimin había conocido. Siempre peleaban, pero siempre, siempre, se reconciliaban. Y más te valía no estar cerca cuando lo hacían, o terminarías traumado.

—Eso es algo extremo.

—¿¡Te parece!?— Taehyung bufó. —Me fui de allí para no tener que verla babeando sobre él como una idiota. Córrete, mierda.

—¿Tae?

—Lo siento, un imbécil en mi camino.

—Relájate, sabes que Hoseok no tiene ojos para nadie más que para ti.

—Jimin, se va a pasar la próxima media hora mirando el seno de una mujer.— Taehyung soltó un gimoteo. —Y como sabes yo no tengo senos y él va querer a una mujer y me va a dejar a mí por ser un chico.

Jimin soltó una carcajada mientras se sentaba sobre la cama con un suspiro.

—A Hoseok no le va a interesar, estoy seguro. Oye, Tae, ¿Sabes si Jungkook seguía allí cuando te fuiste?

—Estaba terminando con un chico y se iría a casa, ¿Necesitas algo?

—No, sólo... No.

Luego de cortar la llamada con su amigo, Jimin se sentó con las piernas cruzadas sobre la cama, mirando fijamente la puerta.

Desde que Jungkook había abierto su propio local, con Hoseok y Namjoon como socios, se encontraba mucho más ocupado que de costumbre, y había noches en las que Jimin no veía las horas de que regresara a casa.

Si a eso se le sumaba su propio trabajo como maestro de una escuela primaria, se podía presumir que no poseían de demasiado tiempo para estar juntos, pero ellos lo habían hecho funcionar.

Las cosas habían cambiado mucho desde que se habían casado, y ambos habían descubierto que el matrimonio no era un cuento de hadas el cien por ciento del tiempo, pero a pesar de las peleas estúpidas y las frustraciones, su amor era tan inmenso como el primer día, o incluso más.

Finalmente, con una sonrisita bailando en su rostro, Jimin se puso de pie y caminó hacia la cocina de su departamento, poniéndose a cocinar algo bastante elaborado para despejar los nervios de su cabeza.

A las nueve y cinco minutos, la puerta se abrió, seguido de un —¡Cariño, estoy en casa!

Jimin estuvo a punto de soltar un chillido, pero en lugar de eso terminó de acomodar la lasaña sobre la mesa y levantó la mirada justo cuando Jungkook entraba en la cocina—comedor con una sonrisa.

—Hola, pequeño.

—Hola, nene.— Jimin se puso de puntillas y lo besó en los labios, pegándose a él mientras lo sentía rodear su cintura con sus grandes brazos y levantarlo del suelo.

—Parece que alguien me extrañó hoy.— Susurró su esposo contra sus labios, y Jimin sonrió.

—Mucho.— Volvió a besarlo antes de apartarse y apoyarse contra la encimera, mirándolo con una sonrisita en los labios.

Jungkook se quitó en abrigo y lo dejó en el respaldo de una de las sillas, mientras miraba a Jimin, luego a la mesa y luego a Jimin de nuevo, arqueando una ceja ante la extraña actitud de su esposo.

—¿Sucede algo?— Jimin se encogió de hombros como respuesta, y Jungkook se mordió el labio inferior mientras desviaba la mirada hacia la lasaña. —Hiciste mucha comida.— Murmuró.

Jimin sonrió ampliamente.

—Supongo.— Susurró el pelirosa. —Es que ahora debo comer por dos.

En menos de un segundo, la cabeza del castaño saltó como un resorte hacia él, y lo miró fijamente durante unos segundos antes de abrir la boca.

—Tú...

—Sí.

—Nosotros...

—Sí.— Jimin sonrió todavía más ampliamente, mientras veía las reacciones de su esposo reflejadas en su apuesto rostro mientras asimilaba la noticia.

—Estás embarazado.— Murmuró finalmente, y Jimin asintió con la cabeza lentamente mientras se enderezaba.

—Vamos a ser padres.

Jungkook soltó todo el aire de sus pulmones mientras se plantaba frente a él en dos pasos y se dejaba caer de rodillas.

Jimin se secó las lágrimas con el dorso de la mano mientras lo veía levantarle la camisa y enterrar el rostro en su vientre.

—Cielos, cielos, cielos, voy a ser padre.— Un sollozo se le escapó a el pelirosa, que asintió, sin poder parar de llorar. —Vamos a tener un hijo.

—Sí, mi amor.— Susurró Jimin, enredando sus dedos en los cabellos de su esposo, que se separó unos centímetros de el para mirarlo desde abajo con sus preciosos ojos verdes brillantes.

Estaba llorando. Jimin no recordaba haberlo visto llorar nunca. Y ahora estaba llorando.

Otro sollozo se escapó de la garganta del pelirosa segundos antes de que su esposo se pusiera de pie y lo envolviera entre sus grandes brazos, estrechándolo contra su cuerpo y levantándolo unos cuantos centímetros del suelo.

—Te amo, te amo, te amo.

—Te amo, cariño.

—Vas a ser el mejor padre de todo el mundo.— Susurró Jimin contra su cuello, y Jungkook sonrió mientras lo besaba en la cabeza.

—Vamos a hacerlo bien, pequeño, vamos a hacerlo bien.

Tattoo - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora