¿Una segunda oportunidad?

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Lugar desconocido

Se despertó con un dolor horroroso que le atravesaba todo el cuerpo, como si hubiese sido atropellada por una hilera de camiones, la luz le hacía mucho daño a los ojos, no era capaz de abrirlos del todo solo un poquito, y tenía la boca excesivamente seca. Se frotó los ojos con fuerza para intentar sacarse el malestar que le impedía abrirlos por completo. Poco a poco se fue acostumbrando a la intensidad de la luz de la habitación y empezó a distinguir las formas que la rodeaban. Miró a su alrededor varías veces con detenimiento, pero por más que lo intentaba no logra identificar dónde estaba. Intentó recordar lo que había pasado la noche anterior pero nada le venía a la mente. Definitivamente no sabía dónde había acabado.

Empezó a ponerse nerviosa, no era sólo que se encontraba en un sitio que no conocía sino que probablemente hubiese más gente en aquella casa que tampoco conocía. Se revisó el cuerpo buscando indicios de que la hubiesen agredido, pero a parte del intenso dolor que sentía no tenía marcas visibles. Volvió a mirarse y se dio cuenta de que no llevaba su ropa, aquello era un jersey de la equipación de quidditch de Gryffindor. Se quitó las mantas de encima y comprobó con horror como aquel jersey era de un hombre porque llegaba por los muslos y le quedaba muy suelto. Empezó a entrar en pánico, estaba en una casa desconocida, en la cama de un hombre que tampoco conocía, vistiendo únicamente su jersey. Una idea le cruzó la menté y levantó el jersey para suspirar con alivio al darse cuenta de que aún llevaba la ropa interior puesta.

Se levantó y empezó a dar vueltas por la habitación. Intentaba buscar soluciones para salir de esa situación tan rara y potencialmente peligrosa al mismo tiempo. "¡Esto me pasa por ser una borracha que vive pegada a la botella de vodka, a partir de hoy no vuelvo a probar el alcohol!" Pensó mientras se golpeaba la frente frustrada. Mientras caminaba empezó a pensar en lo que había hecho el día anterior. Sabía que había cogido el vuelo, por lo tanto estaba en Londres, recordaba también haber ido al Callejón Diagon donde había visto a Fred y luego había llegado a casa de sus tíos para celebrar su cumpleaños.

Todo eso lo tenía claro, pero había algo que se le escapaba. Sabía que había hecho todas esas cosas pero no tenía sentido, parecía que algo no cuadraba. Pensó en Fred, no paraba de repetir su nombre mentalmente y de pronto se dio cuenta de algo, no había visto a Fred, había visto a George. Cuando recordó esto todo empezó a cobrar sentido. Todo aquello había pasado ayer, no sabía decir cuánto tiempo había pasado, pero estaba segura de que había sido ayer. Recuerdos fragmentados empezaron a llegarle a la cabeza: unas cartas, ella llorando frente a una lápida, sus padres abrazándola, un fuerte dolor en el pecho tras beber algo, unas voces hablándole...

Nada de aquello tenía sentido, nada cuadraba. Se frotó la frente con fuerza como si eso la fuese a ayudar a recordar, no se encontraba nada bien, estaba mareada y la cabeza le iba a estallar. Sintió que desfallecía y se agarró a lo primero pudo, el espejo se tambaleó un poco pero era lo suficientemente firme. La imagen que le devolvió el espejo la sorprendió, por cómo se sentía hubiese jurado que tendría un aspecto horrible, pero se veía bastante bien, aún recién levantada y con aquel jersey enorme. Mientras se miraba al espejo se dio cuenta de algo y su rostro reflejó su preocupación.

Se dio la vuelta y se confirmó lo que sospechaba, aquella camiseta tenía un nombre a la espalda y cuando lo leyó se quedó helada: Fred. "Es imposible, qué cojones significa esto" pensó empezando a estar realmente aterroriza, "¿qué narices tiene que ver Fred con todo esto?". Intentaba encontrarle un sentido a todo aquello pero le dolía demasiado la cabeza y estaba muy asustada. No paraba de pensar en Fred, repetía su nombre mentalmente una y otra vez hasta que todo cobró sentido, la muerte de Fred, la visita al cementerio, el envenenamiento con aquella poción...

Tenía que salir de allí ya, un miedo primario la invadía y ya no razonaba, no le importaba que hubiese más gente en la casa, que fuesen magos o que le hiciesen daño. Necesitaba huir costase lo que costase. Corrió sin pensarlo dos veces, abrió la puerta de un tirón y atravesó aquella planta hasta llegar a las escaleras. Bajó las escaleras de dos en dos hasta la planta baja allí giró a la derecha por puro instinto, pero cuando dobló la esquina se quedó helada, había un hombre frente a ella. Estaba inclinado sobre lo que parecía una cocina y murmuraba algo que no podía oír desde donde estaba. Quería moverse pero no podía, sabía que si no lo hacía la acabaría descubriendo pero estaba tan asustada porque la oyese que era incapaz de mover un solo músculo. Simplemente se quedó allí observándole mientras murmuraba y se movía sobre la cocina suavemente.

Furia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora