Capítulo 5

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Tiempo actual, carretera al oeste de la cuidad

Raquel viajaba a casi toda la velocidad que daba su BMW M440i  a través de la abandonada y solitaria carretera. La naturaleza parecía haber empezado a tomar su antiguo lugar, creciendo entre las grietas del pavimento. Una columna de polvo se levantaba, dejando el rastro del camino que era recorrido.

Las manos de la mujer se aferraban con fuerza al volante mientras giraba bruscamente a la izquierda para entrar a un camino de tierra. Después de avanzar 2 kilómetros, un edificio apareció en su campo de visión, tenía la forma de un domo extraño. Bajó la velocidad progresivamente y se detuvo por completo cerca de una muralla de alambres punzantes, una reja cercana se abrió y por ahí cruzaron dos hombres, uno un tanto regordete mientras que el otro era extremadamente delgado, ambos se apresuraron a salir al encuentro de Raquel, pero esta pasó a su lado tan rápidamente como sus tacones y vestido le permitían. La elegante capa roja que usaba se arrastraba por el polvoriento suelo, al percatarse de eso, la dama retiró los broches que sujetaban la prenda a sus hombros y la dejó caer descuidadamente sin dejar de avanzar a pesar de reducir la velocidad para realizar tal acción.

–¡Señorita, por favor, espere! –los hombres que habían salido a su encuentro giraron sobre sus talones para perseguir a la de cabellos como el fuego, no sin antes recoger la tela que estaba en el suelo. Esta los ignoró y entró al edificio casi a la fuerza, los guardias de los pasillos se hacían a un lado con miedo al verla pasar. Los estrechos pasillos color blanco estaban suavemente iluminados con luces rojas que parpadeaban cada cierto tiempo, dándole un aspecto de suspenso al lugar; no se escuchaban voces animadas o gritos de pelea, parecía que habían encerrado a  casi todos los chicos en sus dormitorios para evitar más fugas, a excepción de unos cuantos que ayudaban con algunas tareas a los trabajadores ya que sus habilidades no eran peligrosas o de ataque.

Su caminata apresurada terminó cuando una joven vestida de enfermera salió a su encuentro, cabizbaja ante la presencia de aquella agente .

–La esperan en sala 3, el presidente tiene algo que decirle– jamás alzó la cabeza cuando le habló y terminando el mensaje se alejó tan rápido como llegó. Raquel, que se había detenido para escuchar, respiró profundamente un par de veces y usando su mano derecha, alisó su cabello para volverlo un tanto más presentable ya que el aire lo había vuelto un desastre. A paso decidido avanzó hasta el punto designado, el repiqueteo de los tacones hacía eco por el lugar que se encontraba totalmente sumido en un extraño silencio poco común.

Al llegar a la sala, se detuvo fuera de la puerta, alzó la mano derecha y observó un momento la pulsera que descansaba pesadamente sobre su muñeca, se debatió mentalmente sobre algo y al final activó un mecanismo en el accesorio el cual le hizo una cortada amplia y limpia en la zona; la dama dejó caer su mano, como si se hubiera quedado sin fuerzas. Unas gotas de sangre fresca se deslizaron lentamente por la palma de su mano, siguiendo un invisible recorrido hasta llegar a sus dedos y después caer con un suave sonido al suelo. Una tras otra, las gotas de sangre formaban un charco que se hacía lentamente más grande ante la atenta mirada de la dueña de ese preciado líquido vital.

Unos cuantos segundos más tarde, la mancha carmesí comenzó a burbujear y, en forma inversa a la gravedad, se comenzó a elevar hasta no dejar ni un poco en el pulcro piso. El líquido carmesí comenzó a tomar forma esférica sobre la mano herida, que parecía levitar en la mano de la dueña del líquido. La señorita suspiró una última vez y entró a la sala ocultando su herida y la sangre que se acumulaba lentamente en su mano.

El lugar al que entró era amplio, una mesa con forma de círculo abarcaba gran parte de este, sillas ejecutivas estaban pulcramente acomodadas alrededor. Una estructura con cuatro pantallas colgaba del techo y estas estaban en tonos grises, como si buscara una señal a la cual conectarse soltando un leve sonido de estática.

Esta (NO) es otra historia de mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora