Capítulo 20

29 4 43
                                    

Y nuevamente Elisa tenía algo de trabajo que hacer, le habían traído al que había salido herido de la pelea por territorio, verlo en ese estado le había dejado en claro a la doctora que Noé terminaría entrenando nuevamente a esos pobres novatos y sintió pesado su corazón, no solo porque tendría más cosas por hacer sino porque una intensa molestia la invadió.

Después de estabilizar al chico con su poder y tratamiento médico salió de la enfermería con un paso decidido, avanzó por los pulcros pasillos de la mansión hasta llegar al comedor que era en donde se encontraban los que habían asistido a la pelea, incluyendo a los nuevos. Elisa carraspeo para llamar la atención y avanzó para quedar a lado de donde estaba Noé y golpeó la mesa con fuerza, le dolió, pero aun así mantuvo un rostro serio.

—Retira esa misión — exigió en un tono que nadie había escuchado antes. Por un momento nadie entendió a que se refería con exactitud y miraron a Noé, luego a Elisa y regresaron a Noé.

—¿Debería hacerlo? — Noé respondió y jugueteó con el borde del vaso que tenía enfrente en el cual solo quedaban residuos de la bebida que le habían servido.

—Hazlo, prometiste no meterte con ellos de nuevo — la mandíbula de Elisa estaba tan tensa que parecía que en algún momento algo iba a tronar o zafarse.

—Prometí no interferir mientras ellos conocieran su lugar — respondió Noé con diversión notable y eso hizo enojar aún más a Elisa, la cual se controlaba para no lanzarle algo o lanzarse ella misma sobre él a golpearlo.

—No cambies tus palabras, sabes perfectamente, PERFECTAMENTE, que no debes hacer eso — la voz de Elisa se alzaba cada vez más, la mano con la que había golpeado la mesa ahora aruñaba la madera a tal punto que parecía que algunas astillas se le clavarían.

Las palabras de la doctora hicieron que todos se tensaran y que tuvieran escalofríos. Un pensamiento general se cruzó por la mente de la mayoría de los Meyer reunidos.

Esto no va a terminar en nada bueno.

—¿Acabas de decir que 'No debo'? — el chirrido que hizo la silla al recorrerse cuando Noé se levantó hizo que algunos retrocedieran por naturaleza — ¿Acaso me dijiste que no debo hacer algo? ¿Me diste una orden? — se notaba el enojo que empezaba a brotar en la forma de hablar de Noé. Y a pesar de eso, los ojos del Meyer mayor jamás cambiaron a la forma amenazante que normalmente tomarían.

—Enviarlos ahí no es diferente que declarar una guerra, Noé. ¡Una guerra, por Dios! — Poco le importaba a Elisa que ahora estuvieran casi frente a frente, ya que, a pesar de la diferencia de altura que tenían, no subía demasiado el cuello para ver a los ojos a su jefe.

—Si eso quieren, eso tendrán — en un momento Noé acorraló a Elisa entre él y la mesa sin importarle las miradas de sus familiares — Si ayudan a nuestros enemigos son basura que debo desechar — exclamó conteniendo el enojo.

Elisa se le quedó viendo a los ojos, los suyos picaban mientras intentaban contener las lágrimas de ira que amenazaban con salir. No podía creer que él estuviera diciendo esa clase de cosas.

—¿Cómo puedes decir eso sabiendo de dónde vengo? — contestó Elisa con los dientes apretados.

Aquella pregunta pareció presionar un botón en Noé haciendo que su cordura tambaleara. Los novatos entendieron que ellos no debían estar presentes y se fueron de la forma más silenciosa que pudieron.

—Eres una Meyer — murmuró Noé intentando no exaltarse.

—Sabes que no me refiero a eso, lo sabes muy bien — contraatacó Elisa.

—NO ERES UNO DE ELLOS, ERES UNA MEYER — Noé gritó y luego se quedó callado, dándose cuenta de que había alzado la voz más de lo que debía.

—AHORA LO SOY, ME QUEDA BASTANTE CLARO —.

Esta (NO) es otra historia de mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora