Capitulo 10

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La cena en la casa Joncheveevat termino sin mucho contratiempo, todos habían quedado satisfechos con los alimentos que habían degustado esa noche, estaban viviendo la calma antes de la tormenta.

—Hijo, pídele a uno de los centinelas que acompañe a Gulf y Amaia a su casa, no es bueno que se vayan solos a estas horas—, hablo Tul terminando de recoger la mesa.

—Pero papi, yo quería acompañarlos—. Protesto Mew no queriendo que otro alfa estuviera cerca del pelinegro.

—Sabes muy bien como están las cosas en estos momentos, no puedes andar de noche por las calles sin protección.

—Pero puedo ir con ellos y el centinela, él me acompañará de regreso, yo necesito ir con Gulf mañana tenemos que entregar una tarea y él tiene los apuntes en su casa—. Miro a su papi con cara de perrito triste queriendo conseguir el permiso, mientras los otros ya se habían retirado a recoger sus cosas.

—Amor, déjalo que vaya—. Se acercó Max abrazando a su omega desde la espalda —Nosotros también fuimos adolescentes y sabemos lo que es querer estar cerca de nuestra pareja —. Le dio un beso en el cuello para voltear y darle una sonrisa a su hijo.

— ¡Gulf y yo no somos pareja!, solo somos amigos—. Protesto el chico con las mejillas sonrojadas recordando lo que había pasado tan solo una hora antes.

—Por ahora haré como que te creo hijo—. Se rió Max sabiendo muy bien lo que estaba pasando entre los dos adolescentes, sus olores los delataban, a pesar de que no habían dicho nada ambos padres habían percibido la gran carga de feromonas que ambos chicos desprendían, ya se estaban haciendo presente los primeros indicios de la atracción.

—Entonces, ¿Puedo ir con ellos?—. Volvió a preguntar el castaño.

—Está bien, pero lleva al centinela contigo—. Se resignó Tul a dejarlo ir.

—Gracias papi, ya verás que no tardaré mucho yo sé cuidarme—. Lo beso en la mejilla para luego ir a buscar a los hermanos Traipipattanapong.

— ¿Cómo quisiera que nuestros hijos no crecieran?—. Suspiro Tul abrazándose mejor a su esposo —Quiero tenerlos siempre conmigo, tengo miedo... He tenido un mal presentimiento desde que se incrementaron los ataques contra las manadas, algo me dice que tendremos muchos problemas, me da miedo dejar solo a nuestros hijos....

—Ellos son fuerte—. El alfa beso los cabellos de su omega —Nuestro Suppasit es fuerte, será un buen líder para está manada y estoy seguro de que él protegerá a su hermanito contra cualquiera que quiera hacerle daño, tampoco olvides a los Traipipattanapong ellos estarán aquí para nuestro chicos, no te preocupes estaremos bien.

—Quisiera creerte, pero tú y yo sabemos la realidad... Hemos querido mantener una burbuja alrededor de nuestra manada, pero allá afuera hay problemas serios, muchos líderes han caído y no sé cómo aún se mantiene de pie la manada Noppakao... Joss está muy enfermo, el lazo roto le está pasando factura, su hijo tuvo que hacerse cargo y él es tan joven, apenas se acaba de presentar y ya tiene tantas responsabilidades sobre sus hombros—. Se lamentó Tul recordando al pelinegro y temiendo que algo parecido sucediera con su primogénito.

— ¡Eso no va ocurrir!, yo seré el líder de está manada por muchos años más—. Lo volteo para darle un beso en los labios —Ahora olvídate de todo y dejemos que el destino siga su curso lo que tiene que ser, será—. Con esas últimas palabras subieron las escaleras a su habitación, era momento de descansar, confiaban que su hijo iba a volver sano y salvo.

 Con esas últimas palabras subieron las escaleras a su habitación, era momento de descansar, confiaban que su hijo iba a volver sano y salvo

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El Destino De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora