Capitulo 36

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Al salir las mujeres del centro de salud se dieron cuenta que todo en el pueblo era un caos, ellas se habían mantenido en una burbuja de calma hasta esos momentos, el fragor de la guerra no había llegado a ellas,  los alfas de la manada Thitiwat estaban peleando con los rebeldes, defendiendo el territorio, muchas de las peleas habían terminado por algún impacto de bala, esa era la única manera de dejar abajo a un cambia formas, el gen de regeneración no era tan rápido y tampoco iba a sacarles una bala, ademas por la experiencia que estos habian tenido al desmantelar el laboratorio genetico, sabian que la unica forma de acabar con ellos era un impacto de bala o quitandoles la cabeza.

El grupo de mujeres también se quedaron asombradas al ver cómo algunos de los cambia formas volvían a su lado humano dejándoles saber que eran jóvenes que aún no se habían presentado, entre ellos pudieron ver a Up, Plan y Mean, quienes al salir del refugio del orfanato se habían unido a la pelea en defensa de su pueblo, alfas y omegas estaban combatiendo hombro a hombro por mantener en pie el pueblo.

La madre luna los había tocado con sus rayos acelerando su presentación, pero sin los inconvenientes del celo, este aparecería cuando cumplieran la edad correspondiente uniéndolos a su pareja destinada, ella sabía muy bien lo que hacia, solo los había transformado porque sabía que necesitaban más combatientes, el enemigo no había jugado limpio, por ello había tenido que intervenir.

Sin embargo nada de esto lo vio Amaia, la adolescente seguía en trance caminado por las calles en piloto automático, era como si nadie pudiera verla avanzar, en realidad tampoco veían a las otras omegas, todas ellas estaban moviéndose entre los combatientes tal como si fueran unos fantasmas, la protección de la luna se había extendido hasta ellas, quería que llegarán al campo de batalla, sus hijos las necesitaban.

Y de verdad lo hacían, para ese momento Apiwat y Supawit habían decidido salir de su refugio y comenzar a realizar su propio ataque, el hechicero se estaba moviendo entre sus hombres y los del este lanzando conjuros cortantes a diestra y siniestra...

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Y de verdad lo hacían, para ese momento Apiwat y Supawit habían decidido salir de su refugio y comenzar a realizar su propio ataque, el hechicero se estaba moviendo entre sus hombres y los del este lanzando conjuros cortantes a diestra y siniestra, el omega estaba fuera de control, su rabia había sobrepasado los limites esperados y  no media la dirección en la que iban sus ataques hiriendo incluso a sus propios hombres.

A él todo  lo que importaba era infligir el mayor daño que fuera posible a como diera lugar, con eso en la cabeza se fue acercando al sitio en donde había visto al compañero del alfa Joncheveevat combatir, no sabia como se llamaba y tampoco le importaba, pero desde que se escondió con su señor lo había estado observando y no le gusto para nada lo que veía, ¿como podía ese chico paralizar a su hombres para luego acabar fácilmente con ellos?, eso era algo que tenia que averiguar.

No era tonto, algo especial tenia que tener ese omega pelinegro para poder lograr ese tipo de cosas, quizás de eso quería hablarle su otro señor con tanta urgencia y Apiwat no lo dejo escucharlo, eso nunca lo sabrían,  era su deber obedecer a su alfa y si este no quería que se siguiera sacrificando por su causa entonces no lo haría, al acercarse un poco mas pudo notar la peculiaridad que tenia el chico, a la distancia que estaba podía percibir su olor a caramelo, el cual lo estaba a dejando casi en un trance, pero gracias a sus barreras mentales pudo salir rápido de ello y seguir con su recorrido, tenía algo diferente nunca había conocido a nadie que tuviera esa capacidad.

El Destino De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora