Capítulo 8

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Rynne mantuvo su distancia de mí, pero no apartó la mirada. Volvió a preguntar si me encontraba bien y a sonreírme para manifestar confianza. Nos miramos a los ojos, seguí callado a causa del asombro.

Lucía diferente. Traía ropa deportiva en lugar de camisa y pantalones, el cabello despeinado, sudor corriéndole por la frente.
De todas las personas, él era a quien menos esperaba encontrarme esa noche. Ni mucho menos creí que me ayudara en una situación como esta.

Pensé que me reconocería tras varios segundos de observarme, pero no lo hizo. Siguió hablándome con formalidad y cuidado, refiriéndose en todo momento a una chica.

—¿Quieres que llame a alguien? —preguntó.

No sabía ningún número de memoria y mi celular murió de forma inevitable durante mi caminata por el parque. Además, no tenía ni la más remota idea de dónde me encontraba parado. La distancia y la situación tan desagradable me desorientaron por completo.

—No tengo batería. —confesé en voz baja, avergonzado.

Rynne miró en varias direcciones para ver si a través del parque podía encontrar algún establecimiento abierto donde pudiera cargar mi celular, aunque fuera por unos minutos. Desafortunadamente, y por la hora, todo estaba cerrado, a excepción de los clubes. Tampoco había tiendas de conveniencia cerca.

Nos quedamos en silencio, aunque no por mucho. En otras circunstancias hubiera buscado el momento adecuado para huir del lugar, pero la presencia de Rynne me pedía permanecer, aceptar su preocupación y atención, seguir fingiendo que no lo conocía y que yo no era Alroy.

Así que al final continué con mi farsa, consciente de que esto podría traer consecuencias.

—No quisiera dejarte sola —siguió, dando un paso al frente—. En especial ahora que no puedes ponerte en contacto con nadie.

En parte era cierto que necesitaba batería para ubicar el club y avisarle a Kyla dónde estaba. Asentí con la cabeza para darle la razón, pero no supe cómo proseguir.

Yo conocía a Rynne porque era mi profesor, solo que no podía decírselo. Sabía también que era un hombre confiable incluso fuera del instituto. Sin embargo, necesitaba aparentar que desconfiaba de él y no aceptar su compañía a la primera. Es lo que una persona con lógica haría.

—No te conozco —respondí a secas.

—Lo sé, y lo siento —contestó con rapidez—. Pero en serio quiero ayudar.

Estaba siendo sincero. Incluso su torpeza para hablarme fue cálida y llamativa. Tensé los labios, asentí con la cabeza y finalmente le dije que estaba bien si me ayudaba. De inmediato saltó con una inesperada sugerencia.

—Mira, vivo a unos diez minutos de aquí —Y señaló hacia su espalda—. Puedes quedarte en mi sala el tiempo que quieras, tranquilizarte y cargar tu celular.

Alroy diría casi de inmediato que sí, pues la oportunidad de conocer la casa del Sr. Rynne era única. No obstante, debía mantenerme en mi papel. Junté las cejas, lo miré de arriba abajo. Solo iba a dejar que pasaran los segundos antes de acceder, fingiendo que tenía dudas y no interés.

—Sé que es difícil confiar en un extraño como yo —admitió, encogido de hombros—, pero...

—Solo cargaré mi teléfono cinco minutos —Lo interrumpí—, después me iré.

Al menos eso sí lo decía en serio, pues no quería aprovecharme de la situación para invadir su espacio personal. Fisgonearía un poco con la vista y me marcharía cuando el celular pudiera aguantar encendido hasta casa de Kyla. De paso, olvidaría todo lo que pasó.

El inestable mundo de Alroy [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora