Capítulo 37

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Bajé la vista en cuanto entendí lo que sucedía, sin soltar ni cerrar la puerta. Abrí la boca por culpa del asombro, miré fijo al suelo, casi sin pestañear. Tuve que contener la respiración, aguantar el dolor del pecho y tragarme parte de los sentimientos confusos y negativos que poco a poco se apoderaron de mí. ¿Qué estaba sucediendo?

Mientras intentaba explicármelo a mí mismo, escuché de fondo parte de los besos y bajos jadeos. No me atreví a ver de nuevo hacia el mismo lugar, al menos no tan rápido. Dediqué los primeros minutos a identificar mis emociones. ¿Ira? ¿Tristeza? Me ardían el cuerpo y los ojos, pero no quería llorar. Más bien deseaba gritar, golpear algo, sacar ese aire contenido que no podía exhalar por culpa del silencio.

¿Esto era una alucinación? Se sentía demasiado real como para serlo. Alcé los ojos para confirmarlo, para mirar a detalle, para decirme a mí mismo que quizás lo que veía no era cierto y que solo quería aumentar mi odio por Daron.

Pero ahí seguían. Daron le besaba el cuello y le alzaba un poco la camiseta del uniforme para tocar parte de su piel desnuda. Lucien escondía el rostro en el hombro de nuestro profesor, se aferraba a sus ropas, se apoyaba casi totalmente de la pared y se mantenía tan callado como yo llegué a estarlo en su momento.

Me hallaba petrificado, sin saber muy bien qué hacer. Haber estado en su lugar se sentía distinto ahora que éramos nada. Una mezcla de impotencia, rabia e incluso asco. Yo mismo me sorprendí de lo mucho que cambió mi perspectiva de Daron Rynne.

Sin embargo, Lucien me produjo decepción. De tantas personas en el instituto, él era a quien menos esperaba ver involucrado con nuestro profesor. Ya me había dicho que yo era estúpido por creer en una relación como esa, insistió en que no valía la pena seguir tras de Rynne e incluso desaprobó mis acciones. Por un momento creí que todo fue parte de una estrategia suya para dejarle el camino libre.

Solo por ese motivo tomé una rápida decisión. Saqué mi celular, puse la cámara y grabé un video que tuve que cortar a los 10 segundos porque las cosas entre ambos se intensificaron de forma imprevista.

Daron empezó a desabrocharse los pantalones, pero no quise ver más. De la manera más rápida y silenciosa que pude, giré un poco el cuerpo y les di parcialmente la espalda. Los cinco centímetros de puerta abierta se redujeron a tres solo para que siguiera escuchando.

Y así pasaron otros cuatro o cinco minutos. Lo que ocurrió no fue tan claro, pero supe que terminaron cuando el mayor abrió la boca.

—Ven, Lu. Déjame limpiarte la cara. —dijo, con una voz apaciguada y jadeante.

Entreabrí la puerta de manera sigilosa, los miré de nuevo con mucha atención. Daron se abrochaba el cinturón mientras Lucien se limpiaba la cara húmeda con el dorso de ambos brazos. Mantuvo el rostro y los hombros agachados.

—No, está bien... —murmuró, levantándose despacio del suelo—. Por aquí hay un baño.

—No te demores mucho o van a regañarte. —De nuevo se acercaron. Daron le acarició la mejilla.

Lucien asintió con una media sonrisa, sin decir nada más que un breve "claro".

En cuanto vi que se separaban, supe que debía esconderme. No tuve tiempo para cerrar la puerta, así que la dejé entornada, me levanté y busqué con prisa un aula sola. Corrí en cuanto la encontré unos metros adelante, escondiéndome bajo el escritorio y sin encerrarme para poder escuchar. Me asomé apenas solo para distinguirlos cuando se alejaran.

El primero en pasar fue Lucien. Oí en el pasillo sus pasos fuertes y acelerados, que se callaron de repente cuando se detuvo en los baños frente a mí. De manera inesperada entró y salió, arrastrando el enorme bote de basura que siempre se hallaba junto al lavabo, impidiendo el acceso. El personal de intendencia lo hacía todo el tiempo para indicar que los baños se encontraban en mantenimiento y nadie podía ingresar.

El inestable mundo de Alroy [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora