Con Adam el sexo era muy diferente. Si yo sufría de molestias y las quejas se volvían incontenibles, me pasaba la botella para que bebiera más alcohol. El cuerpo se me adormecía lo suficiente para no ser consciente de nada, ni siquiera de lo que Adam y yo hacíamos.
Despertaba adolorido de las piernas, la espalda y el cuello. Algunas veces podía salir de la cama y en otras tenía que mentirle a mi mamá con que no me sentía bien y que me dedicaría el resto de la tarde a dormir. Afortunadamente las resacas llegaban de madrugada y muchas de ellas no interfirieron en mi sueño.
A pesar de los complicados sacrificios que hacía para seguir acostándome con Adam, siempre me contentaba recibir sus mensajes diciendo lo bien que lo pasó conmigo, que no podía esperar a que nos viéramos de nuevo, que me amaba y agradecía por todo. Al final valía la pena encontrar sangre en las sábanas y no poder sentarme con comodidad.
Pero con Daron las cosas fueron distintas.
—Si te duele, dime. —pidió, acomodándose encima. Yo asentí en apenas un movimiento.
Hundí el rostro en la almohada, con cada mano a un costado y la espalda apuntando al techo. Me tomó de las caderas, pegándose por detrás. Paseó la nariz por mi columna, provocándome incontenibles cosquilleos. Mi respiración se agitó tanto como la suya, entreabrí los ojos, tensé el cuerpo.
Con los dedos tiró hacia arriba de la ropa interior que utilizaba. Que se ciñera tanto a mi miembro me excitó demasiado. Apreté los párpados, contuve el aliento lo más posible, aunque no funcionó. Con la otra mano desocupada nos puso el lubricante. Me acarició en el proceso, resbalándose por mi trasero, muslos y finalmente, por mi erección. Ahí fue cuando comenzamos.
Daron juntó por completo el torso a mi espalda. Me besó la oreja y la mejilla, rodeándome con su brazo por enfrente, presionando sutilmente mi cuello y clavículas. Antes de que pudiéramos besarnos otra vez, sujetó la parte trasera de la ropa interior, la hizo a un lado sin quitármela y, sin pensárselo dos veces, comenzó a entrar en mí.
Tuvimos paciencia. El tacto no paró mientras tanto. Durante esos minutos difíciles pensé en que quizá necesitaría alcohol para relajarme y no pensar en el dolor, pero al final no fue necesario. Todo resultó lo suficientemente soportable, con el placer dominando.
No fui capaz de decir su nombre, pero él sí que dijo el mío, cerca de mi oído. Parecía disfrutarlo demasiado. El cuerpo le temblaba, apenas y contenía sus jadeos, se abrazaba a mí con mayor afecto del que hubiese esperado. Incluso los besos tan intensos se sintieron más tiernos que pasionales.
Yo estaba acostumbrado a no hacer mucho ruido, en especial para no levantar sospechas en mi casa o en la de Adam, si es que había alguien cerca que pudiera escucharnos. En la cama de Rynne las cosas eran distintas, pero la costumbre se quedó conmigo. Durante ese corto rato de sexo, poco a poco fui armándome de valor para levantar la voz. Quería que Daron supiera que lo que hacíamos me gustaba tanto como a él. Jadeé al ritmo de sus movimientos dentro de mí.
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El inestable mundo de Alroy [COMPLETA]
Fiction généraleAlroy creyó que al involucrarse con su profesor podría evadir el pasado, pero los recuerdos siempre vuelven... en especial cuando son oscuros. * * * Alroy regresa al instituto tras un año de aislamient...