Me armé de valor para contarle todo a Kyla, desde el inicio de mis fantasías con Daron, hasta lo que sucedió en el receso y que me trajo hasta la enfermería. Ella sabía que estaba por decirle algo importante, lo notaba en la atención y el brillo de su mirada. Me sentía listo para cargarle mi secreto a alguien más.
Sin embargo, no tuve la oportunidad de hacerlo. Y no porque no quisiese hablar, sino porque nos vimos abruptamente interrumpidos por una nueva presencia. Ambos volteamos a la puerta casi al mismo tiempo mientras la enfermera me señalaba tras su computador.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Daron, acercándose a nosotros.
De nuevo vino el nerviosismo, la pena y la inseguridad. Me encogí en mi lugar y miré hacia el piso para no tener que contestarle. Rynne sujetó uno de mis hombros, palmeándolo con suavidad.
—Vamos, Alroy —llamó con cierta calma—. Tu madre pasará por ti a mi oficina.
Tragué saliva, apreté la sábana con ligereza y al final me levanté de mi asiento para seguirlo. Kyla nos observó con detenimiento, en especial a Daron. Frunció el entrecejo, me miró a los ojos una última vez, preguntándome con ellos si todo estaba en orden. Mi apenas perceptible sonrisa bastó para que ella también sonriera con más confianza y se despidiera de ambos.
Salimos con algo de prisa. Rynne me rodeó por la espalda como una barrera protectora y me guio por el pasillo, apretando mi hombro. Hubiera preferido quedarnos callados hasta poder encerrarnos en su oficina, pero él no aguantaba el silencio al que yo estaba tan acostumbrado.
—¿Qué sucedió? —Hizo la misma pregunta que mi profesora.
Miré en otra dirección, pensé mi respuesta. Solo a él podía decirle la verdad, pero no quería que cargara con más culpa de la que correspondía. Toqué la venda con los dedos, me aclaré la garganta, aceleré un poco el paso.
—Solo escondí las marcas que usted dejó.
Rynne no pudo contener su vergüenza. Se le enrojecieron las mejillas y se pasó la mano desocupada por todo el rostro. Me estrechó un poco más a su cuerpo, de una forma discreta por si nos topábamos a alguien por el pasillo.
—No volverá a suceder —dijo con más seguridad—. Lo siento.
Su disculpa me provocó un ligero regocijo, aunque fuese breve e insignificante. Recordé al instante la frecuencia con la que Adam solía disculparse conmigo y lo indiferente que era al momento. Estaba acostumbrado a su frialdad, pero siempre la aceptaba por el amor a esos días en los que lo invadía la calidez.
Me gustaba verlo llorar. Me gustaba escuchar su arrepentimiento cuando se excedía o cuando dejaba que me hicieran daño. Sus abrazos, caricias y besos apasionados eran mejores si venían acompañados de culpa.
Pero Daron no traía tras de sí la misma carga que él. No conocía a detalle mi pasado de hostigamiento ni mi presente de traumas. Vio varias de las cicatrices y yo apenas y le conté sobre Adam, jamás profundizando en ello, como si no existiera nada más que el presente entre nosotros.
Gracias a ese inconveniente fui incapaz de detectar verdadero arrepentimiento. Rynne podía estar disculpándose en serio o minimizando sus acciones para que la misma culpa no lo abrumara. Era más sencillo hacerlo cuando lo nuestro recién empezaba.
—Pero no tenías que lastimarte tanto... —siguió, pasando el índice ligeramente por encima de la venda que me protegía.
No me aparté como instintivamente lo haría alguien que no está involucrado con su profesor. En su lugar acepté la tenue caricia, entrecerrando los ojos, interpretando la pena en el tono de su voz. Fue mi turno de disculparme en apenas un murmullo, explicando también que en ese momento solo me dejé guiar por la desesperación.
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El inestable mundo de Alroy [COMPLETA]
General FictionAlroy creyó que al involucrarse con su profesor podría evadir el pasado, pero los recuerdos siempre vuelven... en especial cuando son oscuros. * * * Alroy regresa al instituto tras un año de aislamient...