⛓Defenses are not the way to go⛓

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 —Okey... esto luce mal.  —Se dijo a mi mismo, mientras se esforzaba por juntar toda la energía que quedaba dentro de su cuerpo y levantarse del suelo donde se encontraba desparramado y jodidamente adolorido. 

Y es que quizá, y solo quizá, durante su huida de Natasha no se le había ocurrido mejor idea que salir disparado para encerrarse en su habitación. 

Hasta allí todo sonaba bien ¿no? bastante cobarde pero sensato... lo que claramente no fue sensato fue su idea de bajar corriendo las escaleras, tropezar a mitad del trayecto e intentar frenar el impacto de la caída con sus manos. 

Su pierna izquierda lo traicionó, su corazón dejó de latir al no sentir nada debajo de sus pies, y pronto se encontró resbalando sin gracia, ambos pies fallando al tratar de encontrar algo de estabilidad, irónico ¿no? al parecer ni su cuerpo ni alma podían tener estabilidad en su vida. 

Al verse cayendo de frente, todo su peso fue a parar a su mano derecha la cual, para su peor suerte, no logró aferrarse por completo al suelo, sino que se estrelló justo en el borde de uno de los escalones y desató un dolor horrible y punzante en toda su palma.

Intentó frenar la caída con su otra mano pero ya era demasiado tarde: su cara se había estrellado contra el suelo y allí se había quedado durante otros siete interminables escalones por los que rodó, su brazo derecho inmovilizado por el dolor y atrapado bajo su propio cuerpo. 

Si, aquello no suena demasiado grave, pero ahora imagínalo a alta velocidad y en escalones de metal: dolió como la mierda.

Algo definitivamente se salió de lugar y, joder... necesitaba irse antes de que alguien lo encontrara en aquel estado tan deplorable. Tirado en medio pasillo y con sangre en el rostro debido a los anteriores golpes de parte de Romanoff. 

No necesitaba más espectáculos dentro de su vida.

—Tranquilo Barton...  —comentó en voz alta, nuevamente hablando solo, mientras rodaba sobre si mismo para quedar boca arriba y, así, sentirse menos miserable. 

—Ninguna clase de dolor que estés sintiendo ahora es más fuerte que el dolor que sientes emocionalmente. 

Si, bueno, eso no ayudó a la hora de intentar sentirse menos basura. Ni siquiera podía conversar consigo mismo sin lastimarse, genial.  

—Levántate ahora y luego podrás quejarte dentro de tu habitación.  

Se mentalizó, mientras presionaba su brazo derecho y se sentaba de un tirón, todo dando vueltas repentinamente.  

—Deberías comer algo, a menos que quieras desmayarte y llamar la atención, o deberías dormir algo... no estoy seguro.  

Suspiró con cansancio, cerrando los ojos con fuerza en lo que esperaba que el mareo disminuyera. Luego, finalmente, hizo fuerza con ambas piernas y se incorporó.  

—Hey, sin manos, buena fuerza en la cadera y... ¿por qué sigo hablando solo? Ya lárgate, idiota.  

Lanzó una última mirada a aquellas escaleras del diablo, algo de su sangre sobre estas, y se escabulló hacía su habitación. Una sonrisa encantadora ¿o rozando lo psicópata? en su rostro, mientras aparentaba no tener pinta de haber sido arrollado por un tren.

Muchas miradas sobre él, muchas emociones durante el corto trayecto que implicó caminar desde el séptimo hacia el cuarto piso, donde se encontraban las habitaciones. 

Demasiada lástima dirigida hacía él, demasiada sospecha e incluso algo de ¿odio? de parte de algunos agentes. 

Demasiados sentimientos negativos, los conocía a la perfección. 

➵I have the control➵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora