🎟️We sure put on a show🎟️

34 4 13
                                    

Barton permaneció casi tres días sin bañarse, contemplando las palabras escritas en su brazo como si se tratasen de algún código secreto a descifrar. Parecía haber caído en alguna especie de trance producto de estas.

Natasha tuvo que obligarlo a darse una ducha, alegando que se encontraba actuando como un depresivo y él ya no era uno.

A regañadientes fue que el susodicho accedió. 

Acabaron juntos dentro de la ducha, pero aquella es otra historia.

Las horas sin autolesiones o crisis existenciales fueron convirtiéndose en días y estos, a su vez, en semanas. 

Pronto el arquero se encontró con tres semanas libre de heridas en su cuerpo. 

Romanoff no podría estar más orgullosa por él, realmente contenta.

Entonces ¿por qué no se sentía él así? se sentía completamente impotente, pues no lograba compartir la felicidad de Natasha, no podía seguir adelante como parecía haberlo hecho ella. 

La espía había comenzado a actuar como si ambos fuesen pareja, besándolo y abrazándolo en toda ocasión que se le presentaba, cuidaba de él incondicionalmente. Siempre recordándole que lo estaba haciendo muy bien.

 ¿Por qué lo trataba de manera tan agradable? él no sentía merecer aquello, no era digno del amor de la pelirroja. 

¿Cómo iba a decirle que ya no era consciente ni sobre cuánto tiempo llevaba despierto durante las noches? Que los demonios dentro de su cabeza no duermen, lo empujan constantemente al abismo.

 ¿Cómo decirle que ya no lograba diferenciar el bien del mal? ¿Era correcto realizar algo considerado malo, a pesar de que lograra hacerte sentir bien? 

Joder, seguía intentándolo una y otra y otra y otra vez... no volver a caer en aquel triste habito. 

Pero estaba rindiéndose. 

—Siento que lo único que llevo haciendo durante semanas es colapsar ante el dolor, no puedo evitarlo. No puedo afrontarlo, solo ceder. Ya no tengo el control, Natasha, ya no tengo el control. Me duele, los recuerdos me duelen, la ausencia de Coulson me duele. ¿Pero antes? antes era yo el dueño de mi propio dolor, era yo quien lo provocaba. Podía moderar su intensidad... ahora no puedo hacer nada. 

—Haz llegado demasiado lejos como para rendirte ahora, Clint. Mira cuanto haz logrado progresar, un tropiezo no es caída.

—Sigo intentándolo una y otra vez... es solo que estoy cansando de luchar. Me he esforzado tanto por no llorar, por mantenerme fuerte.

—Pero te estas ahogando en lagrimas no derramadas. ¿Quién te dijo que llorar es sinónimo de debilidad?

El rubio no respondió, cientos de flashbacks le atacaron de improvisto, dejándolo sin aliento. Sus ojos se llenaron de lágrimas y tuvo que obligarse a morderse bruscamente el labio inferior en un intento por no dejarlas caer. Su respiración repentinamente acelerada.

—¿Clint? ¿estas bien, pájaro? —se esforzó por mantener la calma y sonar lo más pacifica posible. Acarició la comisura de la boca contraria, desesperada porque dejara de hacerse daño —¿necesitas que te rescate de tu propia cabeza?

Con sus últimas neuronas funcionando, el arquero asintió. Una, dos, varias veces cual robot en falla, su cuello bien podría haberse quebrado si Natasha no lo hubiese detenido.

Ella llevo una mano a donde la arteria carótida latía desbocada y aplicó una ligera presión, la suficiente para llamar la atención del pobre hombre que se encontraba sufriendo un ataque de ansiedad producto de un notable estrés postraumático. Su otra mano permaneció realizando caricias en los labios masculinos.

➵I have the control➵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora