*AU: La bella y la Bestia.
—¡Tu debiste controlar tu mal genio!
Eddie odiaba a Venom.
Odiaba que le haya quitado a su padre por robarle una simple rosa, cuando parecía tener tanta fortuna en su castillo.
Lo odiaba por no intentar considerar su posición, a pesar que su relación fuera una mera desdicha forzada.
Lo odiaba por pensar que su aspecto era tan horripilante como para asustar a cualquier y usar eso a su favor cada que un desacuerdo llegaba entre ellos, áspero ante cualquier palabra.
Y lo odiaba por haberlo salvado del peligro, porque ahora la empatía era mutua.
Sintió el ambiente pesado calar sus huesos y, a pesar de saber que podía controlar la situación, habló.
Le parecía una ofensa no decir lo que pensaba.
—Gracias —exclamó— Gracias por salvarme.
Venom relajó sus expresiones.
Eddie odio eso, porque entonces pudo ver lo lindo que se veía cuando parecía conquistar la calma a su alrededor. Con el fuego reflejando en sus piel áspera al tacto, él le dirigió la mirada también.
—Mhju.
Una vez más, se quejó cuando sintió el trapo tibio arder contra su piel rasguñada. Intentaba mantener la calma y continuar despierto ante el ambiente tan amable en el que estaba por primera vez en mucho tiempo. Nunca había sentido aquella calidez, inmerso en su oscura habitación desde que la rosa apareció en la puerta.
Eddie poso sus manos en la gran muñeca de Venom con lentitud, acercándose. El paño paso hasta la mejilla del más grande, dando pequeños toques a este para intentar quitar los rastros de sangre.
—Te dije que no fueras al ala oeste.
Eddie calló. Sabía que Venom intentaba disculparse, aunque claro, lo iba a hacer a su propia arrogante manera.
—Esto era exactamente lo que no quería que pasara.
El castaño se levantó para alcanzar mejor a Venom, quedando frente a él y admirando aquella escena como si estuviera analizando una pintura.
—No entiendo porque quieres que me quede— enunció, casi susurrando al no querer interrumpir aquel callado y apacible entorno que se había creado.
—Pero lo haré.Eddie odiaba querer hacerlo. No tenía una explicación congruente para ello, pero podía sentir su pecho guiarlo ahí.
Era una sensación atrayente. Sentía el magnetismo acarrearlo hasta ese castillo, y generar esa calidez tan libre que sentía al recibir el interés que Venom demostraba.
Nadie en el pueblo parecía hacerlo. Nadie en el pueblo parecía entender sus ideales, tampoco.
—Umh. Tal vez digas la verdad, pero pareces demasiado fácil de espantar
— bromeó Venom.Eddie frunció el ceño—Y tú demasiado fácil de manejar, así que estaré bien.
Venom pareció molesto de vuelta, pero divertido al mismo tiempo. Aquel momento comenzaba a estimular sus sentidos del humor, por más trivial que pareciera.
Eddie había pasado días en una soledad friolenta, y el ánimo que parecieron compartir lo hizo sonreír desde los pulmones.
Venom también sonrió.
Eddie lo odio, porque se sintió alegre de verlo así por primera vez.
No era un secreto que en su pueblo solía hacer que todos esbozaran una mueca ante su presencia, y la sensación de amabilidad lo conquistó.