Capítulo 6

75 6 0
                                    

El regalo

Al día siguiente.

Mikaela

El que Isabel este suelta me tiene muy inquieta, ahora que está libre se que hará lo posible para ir detrás de mi.

Quiere venganza, y yo también, para ambas no es ningún problema en querer ver la agonía, la desesperación y el sufrimiento de la otra, Los Brando somos así, por más familia que seamos el ver la más mínima pizca de dolor de otro nos encanta.

Ver la sangre derramarse es algo sediento que en la familia Brando amamos ver, el solo ver cómo nuestros enemigos caen es tan glorioso.

Cada uno de los Brando marca a su presa, pero a veces por querer ser cazador hasta ellos mismos cavan su propia tumba...

Y eso sucede hoy.....

Me ven como una presa difícil de tener, pero no dudan de mi, saben que si se me da la gana puedo deshacerme de cada uno de ellos, son como ratas que se esconden cuando van a ser atrapadas, están por toda Italia y por más militares que los persigan es imposible que los encuentres, o terminas muerto o te secuestran.

A menos que seas y pienses como ellos... Y ese es mi caso...

Veo la hora de mi reloj que marcan las 2:58 pm exactas, a las 3:00 alguien entrara por esa puerta.

Me alejo del escritorio y giro mi silla hacia las grandes ventanas acariciando a la bolita de pelos que está en mi regazo.

El sonido de los toques a la puerta me da la señal que es hora de demostrar que no soy presa sino cazadora.

—Pase.

Abren y en cuanto cierran oprimo el botón en mi silla que silenciosamente de pone seguro a la puerta sin hacer el mínimo ruido, Alex esta moviendo su colita de un lado a otro viendo por el cristal.

Escucho platos colocándose en mi escritorio y la voz que los acompaña.

—Oficial Brando, como había ordenado, aquí esta su comida.

Me doy la vuelta y frente a mi hay un chico que ni lo ví una sola vez.

—Gracias —le sonrio—.

—De nada

Se va y al querer abrir la puerta observo la preocupación en su rostro por no poder abrir.

—Eh.. creo que sí puerta está trabada. ¿Podría llamar a alguien?.

—Mmmm... Podría pero no me apetece, y si quieres asesinar a alguien al menos deberían de saber cuál es su vida diaria... No me gusta el café, no como pastel y sobre todo -alzo mi mirada- Jamás me traen una merienda, a menos que quién lo haga sea mi secretaria.

Su rostro se vuelve desesperado y nervioso, por el rabillo del ojo observo que saca una navaja pero la bala que suelta mi arma le perfora la mano haciendolo soltar un grito y empieza a retorcerse hasta caerse.

Alex se sube a mi escritorio y me levanto para ir hacia el chico, tomarlo del cuello y agarrar la taza que contiene el café hirviendo y le abro la boca para vaciar el contenido de la taza.

Le cierro la boca y veo como su rostro se vuelve rojo, forcejea pero con su mano perforada por la bala y mi inmovilización es totalmente inútil.

Voy y me siento nuevamente en mi escritorio, mientras que mi bolita lo ve con insignificancia y quiere atacarlo, sus ojos azules están un poco más oscuros de lo normal.

—Dile a Isabel Brando que no soy una presa, que desde este momento soy su verdugo y que si se mete conmigo, pues que sea bienvenida al mismísimo infierno.

𝐌𝐀𝐅𝐈𝐀𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐈𝐍𝐎 𝐃𝐄𝐋 𝐓𝐑𝐄́𝐁𝐎𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora