Te Reto A Enamorarte

CAPÍTULO 8

Maratón 2/2

Ya había terminado de vestirme. Al final me había decantado por unos vaqueros y un jersey blanco. Me habría gustado ponerme un vestido, pero mis inseguridades me lo impedían.

Recordaba perfectamente la última vez que me había puesto uno. Fue hace 2 años, aquella mañana salí a hacer la compra cuando lo vi, allí, en el escaparate, puesto sobre un maniquí. Tenía diferentes tonos azules y un cinturón plateado.

No pude evitar comprarlo, todavía no sé para qué. Cuando llegué a casa y me lo probé, vi a otra persona, esa no era yo. Ese escote, todo en él, me hacía sentir vulnerable, transparente, jamás sería capaz de enseñárselo a alguien.

Desde entonces, decidí pasar desapercibida en cuanto a mi forma de vestir, así nadie podría opinar sobre lo que esconden todas esas capas de ropa.

Sonó el timbre y bajé lo más rápido que pude las escaleras. Abrí la puerta y me quedé paralizada cuando vi que no era Emma.

- ¿Cómo haces para aparecer siempre cuando menos me lo espero?

- Hola ¿eh?

- Eh... sí perdón. Hola.

- ¿Puedo? - señaló el interior de mi casa.

- Sí claro, pasa.

Me había quedado con la boca abierta. ¿Alguien me puede explicar qué coño hacía ahí? ¿Es que no le había bastado con "no" verme en ropa interior? Pues parece ser que no, ahora tenía que plantarse en mi casa. Me pregunto qué sería lo siguiente.

- Bonito salón - se giró tras haber analizado cada una de las cosas que le rodeaban.

- Gracias - hice una pausa para pensar qué decir sin sonar borde - Mmm...¿me vas a decir a qué se debe esta visita?

Me da a mí que no ha sonado muy bien Kenz.

- Ya te dije que íbamos juntos a la fiesta.

- Sí pero com... - me cortó antes de que pudiera terminar.

- Bueno qué, ¿no me vas a enseñar la habitación en la que NO estabas en ropa interior? - marcó el NO y me guiñó un ojo intentando poner cara de pervertido. Digo intentando, porque su cara más que de pervertido era de un payaso de circo.

Puse los ojos en blanco y le metí un puñetazo en el brazo.

- Auch. No me digas, ¿también boxeabas? - se echó a reír al ver que estaba consiguiendo cabrearme cada vez más.

- Como te pases de listo te quedas sin ver el resto de la casa - me crucé de brazos intentando intimidarle.

- Señora jueza, ¿usted también lo ha escuchado? Me está amenazando.

Le clavé una mirada asesina que consiguió que levantase los brazos en señal de rendición.

- Sígueme, te enseñaré mi habitación.

- ¿Me estás tirando una indirecta Mackenzie? - esta vez sí que consiguió poner cara de pervertido.

No pude evitar soltar una pequeña risa mientras negaba con la cabeza.

- ¡Que subas pesado!

- A la orden sargento.

Subió las escaleras como si estuviese en una marcha militar. La verdad es, que era como hablar como un niño pequeño, pero me hacía reír en todas nuestras conversaciones.

- ¡Derecha soldado! - vale lo siento, a veces yo era peor que él.

Entró antes que yo en la habitación.