Ella...

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  • Dedicado a Mónica Córdova Tapia
                                    

Recordé aquellos instantes, de tercos y lentos orgasmos empolvados; jamás sentidos, donde una palabra sale de algo más que de una boca, cuando en aquellos tiempos añejados, el dolor era dulce, y para sentir calor había que abrazarse con algo más que simples brazos; con algo más que simples cuerpos… en el día que no existió pero igualmente fue contado; entre la calma, mi no calma, tu calma; arrinconándome por entre sus caderas, fugando lentamente hacia el dulce abismo de sus labios…

Recordé aquellos instantes, donde mis esperanzas de quererla eran la dolorosa e incierta luz que iluminaba aquel vacío y tierno camino hacia un pedazo de ella. Y ella era solamente una mancha oscura en aquel camino luminoso, la suave mancha, la bella plaga, la razón de por qué estoy perdido entre sus caricias que ni si quiera me han tocado el rostro que no tengo, el rostro que le doy, labio a labio, palabra a palabra; el rostro que ya no quiero pues hoy se lo entrego, y si algún día el suyo se marchita de tanto llorar, puede usar el mío para secar sus lágrimas; y si algún día ella no me puede recordar; puede desarrugar ese rostro y ver que en él, cómo una sonrisa para ella, un beso para ella, todavía la aguardan como si fueran a amarla a ella, y si algún día ella no me puede hablar, ese rostro será la palabra que nunca le dije, que la amo, y si algún día ella ya no puede vivir, ese rostro dará su vida por verla sonreír una vez más…

Recordé mucho; pero te daría todos mis recuerdos si tan sólo me ayudas a olvidarla, a que ella me olvide también, para sólo así, ella y yo, volver a enamorarnos sin ni siquiera mirarnos, para sólo así volver a enamorarnos sin siquiera tocarnos, sin siquiera escucharnos, sin si quiera hablarnos; y si se puede, sin si quiera besarnos, pues me conformo con tenerla, con pensarla, con sentirla y nada más que quererla y soñarla y estar juntos por sólo un día, sentados en una estrella, dormir entre los pétalos de una rosa… Amarla, que sea mía por sólo un día… Amarla… A ella, por siempre y para siempre…

A ella, y a nadie más que a ella: mi única esperanza, mi caótica existencia, mi edén de hermosura, mi tiempo y mi lugar, mi cielo y mis alas… Mi vida y mi muerte… Ella…

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Qilqax

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