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Se seguían besando,  Lucero encima de Fernando, aprovecho esa posición para meter su pierna en medio de las de él.

De la nada Fernando se dio la vuelta y se levanto dejando a su esposa desconcertada.

-¿Qué pasa?-. Pregunto al ver a Fer dirigirse a la puerta.

-Mereces un castigo ejemplar Hogaza y te lo voy a dar-.

*

Lucero se quedo esperando, después de unos minutos Fernando regreso con una par de esposas en sus manos.

-Fer...-

-No hables preciosa, recuerda que estas castigada-. Cerro la puerta con seguro y se acercó a su esposa.

-Que torpe soy, olvide algo importante-. Se dirigió al guarda ropa y saco uno de sus bóxers. -Pero esto nos servirá-. Corto el bóxer de tal manera que le permitiera cubrir los ojos de Lucero.

Le vendo los ojos y la hizo recostarse en una de las almohadas.

-Después de esto no te quedarán ganas de volver a dudar de mí-. Esposo cada una de las manos de Lucero y le dio un beso en el cuello.

-Estás tan mojada mi amor-. Colocó una de sus grandes manos en la entre pierna de su mujer llevando hasta las caderas el vestido que portaba.

Lucero estaba completamente excitada, ansiaba poder tocar y besar a su marido a su total antojo.

-Amor-. Balbuceó al sentir como Fernando la despojaba completamente del vestido.

-¿Quieres qué también te tape la boca para que guardes silencio?-. Le mordió el lóbulo de la oreja y paso a quitarle el sostén.

Masajeó sus senos, pellizcando de vez en cuando sus pezones.

-Espero que con esto te quede claro que no me interesa ninguna otra mujer-. Bajo a besar su abdomen hasta llegar a su ombligo.

-Soy solamente tuyo-. De un tirón quito la tela de encaje que cubría la vagina de Lucero y la sintió estremecer.

De un momento a otro Lucero dejo de sentir los besos y las caricias de Fernando. -¿Amor?-.

-Aquí estoy-. Dejo caer un poco de vino sobre el cuello y abdomen de Lucero.

-¿Qué... qué me vas a hacer?-

-Nada que no te guste-.

Recorrió de arriba a abajo el cuerpo de Lucero, encargándose de que no quedará rastro alguno de aquel vino.

Acaricio sus muslos para luego introducirle dos de sus dedos en su interior.

-Me encanta que estés tan mojada para mí-. Movió sus dedos en forma circular, de atrás hacía adelante, sacaba y metía a un ritmo veloz.

-Demonios-. Fue todo lo que Lucero dijo antes de llegar a un maravilloso orgasmo.

-Desátame por favor-. Jadeo.

-Lo que haré es taparte también la boca si no te callas-. Llevo sus labios a la feminidad de Lucero y lentamente paso su lengua por toda esa zona.

Lucero gemía, apretaba las sabanas y se retorcía de placer. Adoraba a su esposo, adoraba que hiciera con ella lo que quisiera en la cama.

Otro orgasmo más.

Lucero respiraba agitada.

-Abre la boca-. Le ordeno de pronto Fernando.

Ella asintió con la cabeza, obedeció la orden y casi se ahoga al sentir el pene de Fernando en su boca.

Ni siquiera pudo hablar, a cómo pudo se acomodo y comenzó a lamer y chupar el enorme miembro de su esposo quién estaba más que complicado con la acción de su mujer.

-Nena, debes quitar esa imagen de la Virgen que dudo mucho que le agrade ver todo esto-. Hablo con voz ronca antes de separarse de Lucero.

-Te lo ruego Fer, desátame, necesito tocarte-

-¿Y qué más necesitas?-

-A ti, necesito sentirte-. Gimió.

-¿Entendiste ya que no debes dudar de mí?-. Lamió uno de sus senos.

-S...sí-

-¿Segura?-. Lamió el otro seno.

-Sí cariño, pero desátame ya..-

-Espera-. Se alejo un poco, y se quito la camisa, seguido de eso le quito a ella las esposas. -Toca-. Puso las manos de Lucero en sus pectorales y la ayudo a ir bajando hasta aquella zona. -¿Te gusta?-. Le pregunto en cuanto las manos de su esposa tocaron su pene.

-¡Ah! Me encanta-. Apretó el duro miembro de su marido robándole un gemido.

Él rozo con la punta de su pene la vagina de su mujer. Repitió lo mismo en varías ocasiones volviéndola loca de placer.

-Ya...ya no aguanto, por favor-

-¿Puedes volver a decirme que necesitas? Lo olvidé-

-A tu pene, maldita sea, necesito a tu pene dentro de mi vagina-.

Fernando sonrió ladeado y retiro su bóxer de los ojos de Lucero.

-Me las a pagar Colunga-. Lo beso desesperadamente, se abalanzó contra él mordiéndole el cuello, estaba siendo ruda.

-¡Oh Dios!-. Grito en cuanto su esposo la penetro sin previó aviso.

Lucero enroscó sus piernas en las caderas de su esposo para sentirlo más adentro. Comenzó a moverse dentro y fuera de ella, mientras ambos gemían por la sensación.

Los senos de Lucero chocaban con cada movimiento contra el pecho de Fer, estaban totalmente excitados y deseosos de más.

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-"¿Lista para el siguiente golpe en contra de Lucero?"-

-"Lista, estoy segura que después de todo esto su familia terminará odiándola-.

Vuélveme a querer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora