Capítulo 9. Cenizas

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Me quito la pesada máscara de huesos que llevo en el rostro, mientras me acerco a él lavabo de patio del internado

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Me quito la pesada máscara de huesos que llevo en el rostro, mientras me acerco a él lavabo de patio del internado. Abro el grifo, me quito los guantes y comienzo a tallar mis manos.

Escucho los pasos de mis colegas, ellos también se quitan las máscaras y bajan a lado del mio, el sonido de los huesos chocando llega a mis oídos y me trasmite paz.

—Una noche productiva ¿No? —digo a mis colegas.

—Sí... —Cenit se recoge el cabello, el cual lo ha mantenido largo desde la muerte de Itae, y se dispone a lavarse las manos también—. Ya quiero ver el reporte de nuestro amigo el Informante.

—Ahh, hoy se lució en Beehive —Zunú saca un cigarro, lo prende y le da una cada profunda—. Pero seguro que mañana será más sonado con sus Newsbee cuando vean lo que hicimos.

Zunú me pasa la espina con tinta y yo me acomodo para comenzar a tatuarme mis nuevas líneas, ayer 3, hoy 7.

Esta noche fue épica, y aunque debo confesar que no es nada bonito lo que hicimos, era realmente necesario, debemos llamar la atención de Daniel y los cabecillas de Los mata abejas, las viudas negras y los cazadores, este ya no es un simple juego de cacería, queremos la extinción de esa plaga y para ello debemos hacer que un ratón lleve el veneno a su escondite.

Esta vez decidí que quería un mensaje acertado, y no público, mantener a la policía al margen, pero a los enemigos temblando, y eso incluye a quien sea que desde el panal esté ayudando a esos desgraciados.

Conseguimos atrapar a Aleli. La jefa de las viudas negras, a unas 4 mata abejas que eran profesoras del Saint Carls y a 2 espías de esa reunión que hubo anoche, el tal Verchi y su padre. Eso también dejará una advertencia a los mundanos corruptos.

Si creyeron que cortarles la cabeza a los tres de ayer fue sanguinario, esto les va a revolver las tripas.

Cenit se sienta en el suelo y pide a Zunú que le invite uno de sus cigarros, este le pasa y enciende para que ella pueda disfrutarlo.

—¿Quiere? —me pregunta Zunú.

—No, gracias... —respondo y sigo tatuadome, ahora cerré las 100 víctimas, es momento de cerrar el hechizo de almas.

Esta técnica de los tatuajes me lo enseñó Araresá antes de que me convierta en lo que soy. Recuerdo haber ido con lágrimas en los ojos a pedirle que me de una invocación capaz de hacerle sufrir a alguien incluso luego de la muerte. Fue difícil convencerla, pero cedió cuando supo que el alma de madre está encerrada en algún lugar sufriendo.

<<—Lo que te voy a mostrar requiere que mates de forma sangrienta a tu oponente, debe ser con una cuchilla, tú eliges cuál, preferible que sea de acero y oro, forjada en el calor de un tatakua. El oro que uses debe ser en bruto, te recomiendo que lo juntes de nuestro suelo, en la Ciudad de Acahay lo vas a conseguir, y debe ser de un mismo lugar, porque de allí, cada vez que necesites, iras a buscar material para tu tinta, la cuál vas a impregnar en tu piel... tendrás dos opciones, cuando lo tatúes harás que desaparezcan, o los juntas en números pares y al final, haces un lazo y torturas su alma al fuego lento del Añakua>>

Por supuesto que elegí la segunda opción, el Añakua es el lugar perfecto para estos hijos de puta, el infierno de los guaranies, la guarida de los espíritus malignos... ¿ Y por qué es peor que el infierno? Por que en este lugar no sólo estás condenado al fuego, si no que los añas y los poraska'aguy se comen tu alma, poco a poco, mientras te torturan con aquello que más amas y te importa.

Como si fueras una pieza de cerdo servido en la mesa, te quitan poco a poco la carne y se alimentan de ti.

Lo hice con los primeros 10, me trasporte al mundo Astral y crucé todo el bosque para llegar al Añakua, sola y únicamente para comprobar que fuera tan escalofriante como lo imaginé... y era peor.

Fue traumatico verlo, pero también sentí satisfacción al ver como pagaban sus crímenes uno a uno.

Mientras más pecados, más sufrida y larga será tu tortura.

Ahora que tengo 100, no voy a verlos, pero me voy a regocijar en saber que van a sufrir.

Cierro el lazo dibujando el ala de una abeja, y los gritos de sufrimiento de las almas se escapan de mi cuerpo, Zunú y Cenit lo escuchan por primera vez y sus ojos se abren tanto que no pueden expresar miedo, asombro, sorpresa o ansiedad.

—¿Van a sufrir más? —pregunta Cenit.

—Ahora van a saber todo lo que le hicieron sufrir a sus víctimas... —respondo.

—Me encantaría que el asesino de Itae sufra eso...

El silencio se hizo entre los tres, pues somos conscientes que estamos llenos de odio y rencor. Los tres queremos que los traidores y los enemigos se quemen lenta y dolorosamente, así mismo sabemos que este no es el camino más sano, pero es el camino de justicia más pronta.

—¿Crees que logremos que los líderes salgan? —me pregunta Zunú.

—No, mientras no encontremos ese libro de Hechizos e infectemos sus escondites. Pero al menos, vamos a llenarlos de cólera con el mensaje que les enviamos.

—A veces siento miedo de lo que somos capaces de hacer —dice Cenit—. Pero no me arrepiento de ello.

—Está noche nos superamos —Zunú le da una pitada larga a su cigarrillo y se recuesta sobre si espalda para mirar al cielo.

—Sí... —respondo—. Pero el mensaje queda claro, sin manos, sin ojos, sin legua y sin corazón. Con una X en el estómago, colgados de cabeza, como animales de faena.

>>A Daniel le va a sonar... y a las viudas negras también. Se enfrentan a nuestra furia, y a que si ellos nos espían e intentan matarnos, nosotros le quitamos la  forma de atraparnos, la forma de vernos y de hablar de nosotros.

>>Sí, ellos quieren ir por nuestros amigos, primero deben estar vivos. Todos se merecían su muerte, pero esos Verchi, que plantan evidencia falsa, más que ninguno.

—Nadie se debe meter con el panal. —dice Zunú

—Nadie se debe meter con las abejas —Continúa Cenit.

—Nadie se debe meter con nosotros —completo—. Somos los que limpiamos el camino. Que no se nos olvide.

Miramos arriba, y vemos como las estrellas se ven más brillantes hoy, quizás sea la sangre derramada, o la satisfacción de saber que nuestros enemigos sufren. O simplemente es el alivio previo a la tormenta que se nos avecina.

—¿Ustedes también tienen ese presentimiento? —pregunta Zunú.

—De que más enemigos surgirán... —digo—. Eso es un hecho, amigo, y estarán coléricos, pero nosotros estaremos listos, para reducirlos a Cenizas.

¿Seguimos a favor?

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¿Seguimos a favor?

¿Realmente Luriel se merece ser apoyado?

¿Los Mataabejas estarán furiosos?

¿Los nuevos enemigos estarán al nivel del Cario?

Ummmm

El justiciero del Panal [Libro 3] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora