Capítulo 49. Celoso

356 90 80
                                    

Termino de escribir en la pizarra la tarea y volteo a ver a mis estudiantes quienes están anotando las indicaciones.

<<Categorías a los tipos de brujas y espíritus según la regencia de las constelaciones guaranies  entregarlas en cartas de tarot>>

—Bien, espero que hayan disfrutado la clase —digo mientras me paro en la puerta y pongo mis manos en los bolsillos—. Nos vemos la próxima semana, y no olviden comenzar a hacer sus apuntes que ya vamos a entrar en exámenes finales.

—Sí, profesora Mortel —responden todos y comienzan a retirarse.

Sonrío a mis estudiantes a medida que salen de la habitación hasta que veo a mi hijo con la expresión de cansancio.

—¿Estás bien, hijo?

—Solo quiero ir a mi cuarto y dormir —se queja—. Pero el día aún es largo, me faltan 4 materias, 2 entrenamientos. ¿En ti época también era así?

—Era peor, pero tú puedes —le doy un beso en la frente, al acepta, y comienza a marcharse—. ¡Ah! Pa, casi lo olvido... Irama me dijo que te quería ver al terminar la clase.

¡Buenas noticias para mi!

—¿Te dijo dónde?

—No, supongo que en sala de profesores ¿verdad?

—Sí, supongo que sí... gracias, ve a tu otra clase.

Termino de decir esto y sin dudar salgo de la sala, camino por el pasillo saludando a todos, me cruzo con mi hermano Santos, quien me hace un gesto para que vaya junto a él, y yo le respondo con otro para hacerle saber que tengo algo más importante que hacer. Al ver que no me insiste, ya sé que no es urgente.

Mi cabeza, a decir verdad solo tiene la imagen del bello rostro de Irama, hace años que no la veo y está tal cual de bonita de como la recuerdo... diría que incluso más.

Llego a la sala de profesores y mi cuerpo se electrifica al ver semejante Diosa. Ella ya no está con el traje, que le queda espectacular por cierto, ahora se ve mil veces mejor.

—¿Ya te sacaste el uniforme? —pregunto la mujer que tiene sus pequeños y hermosos pies sobre la mesa de vidrio porque en el muslo se está haciendo una grafía de mbói chiní.

—Sí, ya sabes, una bruja debe vestir libre... —dice acomodando su liga y por los dioses, me quiero arrodillar a rezarle desde aquí.

Ella continúa dibujando en su piel, yo no me detengo en mi recorrido visual, voy desde sus dedos hasta su cadera una y otra vez.

—Luriel me dijo que me querías ver.

—Sí —dice y levanta la vista para ofrecerme una sonrisa pícara, atrevida, fogosa—. Tú madres es una bruja cuprica ¿verdad?

—Sí —digo acercándome.

—O sea que tú tienes don de palabra, tus manifestaciones deben ser poderosas.

Ella deja de dibujar sobre su piel y veo que el tatuaje quedó impecable, siempre tuvo el don, la paciencia y el pulso para hacer esas cosas.

—Eso dicen —contesto acercándome a su pierna —. ¿Qué debo hacer?

—Es una grafía... —dice reclinandose hacia mi, haciendo su voz más sensual de lo que ya es —. Para el Jasuka... quiero manifestar belleza, protección y deseo. Solo di las palabras y sopla.

—Mmm —digo mientras me arrodillo, aprecio la vista y cuando estoy por hacer lo que ella me pidió la puerta de la habitación se abre.

Los dos observamos a Orkias entrar, él finge tirar unos documentos sobre el escritorio y se sienta sin mirarnos.

—Buenas —dice—. Me alegra que estén aquí, justo quería hablar con los dos.

Hago una mueca de decepción y me siento en el sofá, mientras Irama ríe con algo de rabia.

—¿No deberías estar en clase de primero? —pregunta ella con enojo.

—Sí, pero mi buen amigo Cariem me comunico que ustedes estaban aquí y se ofreció para reemplazarme.

—No lo puedo creer —suelto las palabras.

Irama se sube sobre una de las butacas del bar y mira al rector.

—¿Y para qué somos buenos? —pregunta con ironía.

—Antes que nada ¿Hechizaste a Silvana del tercero A?

—Sí... ¿Por? —pregunta Irama—. Algo pequeñito, nada más para que tome asiento.

—Está vomitando, no creo que haya sigo algo pequeño.

—Bueno, puede ser que haya hechizado al salón para descubrir quienes trabajan en el Informante, a ver si levantaban la mano, solo conseguí 2, el resto no cayó y la tercera que alzó la mano solo era una nerd.

—¿Iracema? —preguntamos Orkias y yo.

—Ella misma. Pobre chica, es una aburrida.

No puedo evitar reír de forma sonora, Orkias me reprende con la mirada, pero tarde.

—Bien, a lo que venía, Mortel necesito que me ayudes con unos papeleos, la fiscalia re abrió casos contra La Colmena, aún no tengo más información, pero si movemos a tus abogados estaremos en ventaja.

—Cuenta con ello —digo y mi vista se clava en Irama cuando ella acomoda sus muslos para mostrar más piel.

—¡Mortel! Un poco de prudencia —dice y percibo el enojo.

—Estoy siendo prudente —respondo sin dejar de mirar a la mujer que me guiña un ojo—. Al no agarrarla y llevarla conmigo ahora mismo. A demás ¿Sería una ofensa si desvío la mirada, verdad?

—Tú sí sabes, Mortel.

—¡Por Eirú! Controlence ¿Quieren? —dice con enojo —. Irama, necesito que está noche hagas un bloqueo de energía en el internado.

—Ya lo hice ayer...

—¿Cómo? —pregunta

—No pretendías que venga a un lugar sin curar la energía negativa ¿verdad?

Orkias respira profundo y niega.

—¿O sea que estarás libre esta noche? —pregunto a la mujer.

—Libre y con muchas energías. —dice y me tiene extasiado y riendo.

Orkias no parece contento, pero la verdad es que ese ya no es asunto mío.

—Bien... dejo una invitación abierta para ti, si es que el Orko no te pone a trabajar, esta noche en algún restaurante ¿Te gustaba la comida Italiana?

—Le gusta la francesa —responde Orkias dejando a Irama con la boca medio abierta—. Pero creo que sí va a estar ocupada, si es que no termina rápido lo que le voy a pedir, claro.

—¿Qué es lo que quieres? —pregunta, pero ella mi mira a mi.

—Qué veamos a mis prisioneros.

Eso sí que es nuevo, Orkias va a permitir que una bruja juzgue a sus prisioneros? O está cambiando de estrategia en cuanto a esta guerra o de verdad quiere evitar mi salida con ella.

—Eso sí me interesa.

—A mi me impresiona —digo—. Pero me parece justo y necesario.

Me acerco a Irama, coloco una mano en su cintura y le doy un beso suave en su mejilla. Ella me da otro cerca de la comisura de mi labio.

—Me avisas, y yo te busco —digo.

—Claro... espero que pueda ser hoy, tengo muchos otros tatuajes que quiero hacerme y que me ayudes a manifestar.

—cuando quieras y de la forma que necesites, yo te ayudo Irama—respondo y me alejo—. Llamo a los abogados Arikú —digo al rector y es más que claro que los celos le carcomen, pero ese es su problema no el mío —. Nos vemos luego.

Digo mientras me marcho. No, yo no estoy para desperdiciar carne fresca.

El justiciero del Panal [Libro 3] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora