Capítulo 56. Vuelvo a respirar

344 90 37
                                    

Thalia ya tiene las pociones y yo mis esencias, los niños están en sus posiciones y acaban de llegar Zunú, Cenit y Arand a quienes también había mandado llamar.

Cuando estoy por decir que todos tomen una rama de yerba mate en la sala ingresan los Gianti, seguido de Orkias que viene con Jazmín, nuestra prisionera vip y otros 3 mata abejas que la verdad me dan igual quienes sean.

Cuando chica entra a la sala mira a Mortel con cierto odio, mmmm eso es para tener bien en cuenta, así mismo ofrece la misma mirada a Luriel y Thalia.

—¡Buenas! —Saluda Santos quien no duda en darme un par de besos, recuerdo que fueron buena compañía cuando estábamos en época de colegio.

—¡Irama! Hermosa como siempre —dice Arandú también dándome un par de besos, pero el me abraza con fuerza y yo correspondo.

Orkias pone en blanco sus ojos y disfruto tanto esto. Así que para hacerlo enfurecer más digo:

—¿Mortel? No me vas a saludar.

—Ya se vieron esta mañana —interrumpe Orkias, pero tarde Mortel ya me estaba rodeando la cintura y dando 2 besos en la mejilla, muy muy cerca de la comisura de la boca.

—Ustedes los Gianti saben saludar, espero que Luriel haya heredado ese don. —digo mientras recojo mi cabello en un moño.

—Más vale que sí —dice Santos yendo junto a su sobrino y despeinandolo.

Luirien sonríe de manera discreta   está más pendiendo de cómo Anastasia y Zunú atan las manos de los prisioneros con ysypo mágico, claro está.

Cenit y Thalia están poniendo en la mesita de vidrio los tembetá ya intencionados y rociados con la magia del 2do y el 5to, listos para ser usados.

Arand por otro lado está repartiendo las velas a cada uno de los presentes y enciende con un cerillo.

—Olor a hierbas —dice Mortel quien aún me tiene rodeada la cintura con una mano —. Se me hacen hierbas exóticas, algunas son afrodisíacas ¿no?

—Tú si sabes... Gianti.

Mortel me suelta, me da una sonrisa cargada de pecado y va hasta dónde están unas sillas de madera de YbyráPytã las cuales van a servir como estrado de mis jueces.

Los prisioneros ya están arrodillados en medio de la ronda de mis elegidos  así que voy a lo mío, agarro el pote de sal gruesa y comienzo a caminar al rededor de ellos arrojando granos de sal.

—Pe añarenkó ko koraré, aní oike aña vaí. —rezo en Guaraní ahora tomando un palo de lluvia y recorriendo al rededor, agitando para que ningún espíritu oscuro o dios gris intente usar nuestra magia a su favor. Estamos bajo la regencia de Escorpió, y es muy susceptible a que ellos se apropien de rituales.

Los otros mata abejas ni se inmutan en el ritual, pero Jazmín tiene la mirada fija y desafiante en Mortel, aquí hay gato encerrado.

—Pe guerú cheve yvytú —digo susurrando y en ese preciso momento el viento llega a la sala, los presentes miran el espectáculo y los prisioneros quedan absortos.

>>Iracema, enciende en tus manos el fuego primigenio y suéltalo en la corriente de aire que te rodea.

Ella obedece, ni bien la ráfaga de viento se hace más fuerte. El fuego recorrer en forma circular, en el aire comienzan a quemarse los maleficios.

Como si fuera lana en contacto con el fuego, las virutas de maleficio se queman en el aire, se desprenden góticas de ellas y antes de llegar a nuestras cabezas yo levanto mi mano al mismo tiempo que Iracema, Anastasia y Thalia formando una especie de casco que nos protege a todos.

El justiciero del Panal [Libro 3] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora