Después de clases

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Era viernes por la tarde. Dazai, Chūya y su grupo, escuchaban la última clase del día, bastante aburridos.

Ambos se sentaban en el mismo mesabanco que el otro, sin hacerle saber a los demás que recientemente se habían aceptado como una pareja de novios. Total, a nadie le interesaba, y no eran unos niños como para prohibirse ciertas cosas.

Aprovechando que el mesabanco tenía una ligera pared de lámina al frente, que cubría sus piernas, y que estaban hasta la parte trasera del aula, Dazai tomaba de la mano a Chūya, mientras "prestaban atención" a lo que quedaba de la clase. Querían salir de ahí cuanto antes, sólo les provocaba sueño.

La mano de Dazai pasó de la mano de Chūya, a acariciar sus piernas, muy atrevidamente, ocasionandole cierta satisfacción y algo de cosquillas.

Las mejillas de Chūya tenían un color rojizo, y su corazón se aceleraba, conforme esa mano iba pasando de sus piernas hasta su entrepierna. Se vió en la necesidad de pisar el pie más cercano de Dazai antes de que terminara haciendo un ruido extraño y llamando la atención.

A-Aquí no, imbécil. Saliendo de clases, vamos a mi casa. Papá y mamá andan fuera de la ciudad y volverán mañana por la tarde.

Dijo Chūya en voz baja, muy apenado. Dazai sonrió.

— Esa es la mejor noticia que pude escuchar. Quiero que la clase termine ahora.

Murmuró.

— S-Sí...

El sonrojo de Chūya era aún mayor con sólo imaginarse sus planes. No sería la primera vez, pero cada vez que se reunían para hacerlo, las cosas resultaban bastante bien. Más, si Chūya era un chico doncel con infertilidad, sin preocupaciones mayores, y podría vivir como un hombre no doncel. O eso es lo que creía al principio.

¿Quieres que lleve juguetitos, Chūya?

Preguntó en murmuro. Chūya evitaba voltear a verlo para que no le llamaran la atención. Sólo respondía mirando hacia el frente, cubriendo parte de su rostro con un cuaderno.

— No. Con el vendadito basta. Por cierto, no olvides los condones.

Pero Chūya, esos son aburridos... ¿Por qué mejor no..?

Hizo un ligero puchero.

— Los condones, dije. No quiero que mi cama quede tan desastrosa, idiota.

— Está bien...

— ¡Dazai-kun, Nakahara-kun! ¡Pasen a calcular la raíz cuadrada de esta ecuación de aquí!

Gritó el profesor a lo lejos, luego de verlos distraídos.

Incontrolable Sensación [+18, SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora