Ceremonia del Día de las Madres

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El Instituto de Medicina haría un festejo en honor a todas aquellas madres de sus estudiantes por su día. Los alumnos preparaban los decorativos para que sus mamás pudieran disfrutar del evento tranquila y alegremente más tarde.

Algunos tendrían participaciones artísticas de entretenimiento, otros, ayudarían con servir la comida y los bocadillos.

— Dazai, estoy mareado. Creo que voy a desmayar...

Chūya estaba pálido y se había recargado en la pared. Había estado inflando globos con su propio aire por más de una hora, lo que ya le estaba trayendo consecuencias.

— Deja eso y pregunta a Kunikida-sensei qué otra cosa puedes hacer. Me da pereza atender desmayados.

Respondió, concentrado en su decoración con los globos que Chūya estaba inflando.

— Lo haré. Que cansancio.

El pelirrojo fue hacia el aula de clases para buscar a su profesor y preguntarle qué otra cosa podría hacer para ayudar en la ceremonia.
Al entrar, notó un silencio y tranquilidad en toda el aula, hasta que alguien abrazó una de sus piernas.

— ¡Mami, mami! ¡Kuni-shenshe me infyó un gyobo!

Atsushi era cuidado por Kunikida en el salón. El profesor de los ideales le había inflado unos cuantos globos para entretenerlo, e incluso le hizo figurillas con globos de los largos. El bebé albino había estado lanzando esos globos a Kunikida, quien se los regresaba a manera de juego.

— Kunikida-sensei, gracias por entretener a mi Atsushito. Sensei, ¿hay otra cosa en la que pueda ayudar? Los globos ya me marearon.

Kunikida tomó unos papeles de colores y se los entregó.

— ¿Sabes hacer flores?

— Sensei, será triste hacer estas flores. La madre de cada uno vendrá al festejo, pero a la mía, no quiero volver a verla jamás.

Los recuerdos de aquella madre que no se atrevió a intervenir cuando su padre lo lastimaba cruelmente. De aquella madre que buscó un reemplazo de él con una nueva hija. Una madre que no lo busca ni siquiera por teléfono, no sabe si mejoró o no.

Chūya... Comenzó a llorar sintiéndose débil. Atsushi abrazaba una de sus piernas para darle consuelo, no quería ver a su madre doncel llorando, ni mucho menos triste. Atsushi podía sentir la tristeza de sus padres.

— Mami...

— Nakahara-kun, no te diré que te entiendo porque nunca viví algo similar. Pero tienes todo mi apoyo.

Kunikida posó una de sus manos sobre un hombro de Chūya, quien se encontraba sentado y llorando en uno de los pupitres.

— No vale la pena llorar por una persona que no demostró interés en tí.

— Debería de irme por hoy, Kunikida-sensei. No tengo nada ni a nadie a quien festejar. No me siento bien con esto.

Mencionó, sin levantar su mirada.

— Pero yo sí. Chūya eres madre Doncel de mi Atsushito. También es tu día. Quiero festejarte a tí, porque de no ser por tí, yo habría ido por el camino del suicidio. Yo... Iba a suicidarme el día en que nos conocimos, pero en eso apareciste y no lo hice.

Dazai entró al salón y tomó asiento en el pupitre frente a Chūya, pero mirando hacia él. Subió a Atsushi a su regazo y lo entretenía con un globo en forma de perro salchicha que Kunikida había hecho.

— Por primera vez, Dazai-kun tiene razón. Así que, chicos, sigamos con las decoraciones. Traigan a Atsushi-kun, sólo no lo pierdan de vista.




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Incontrolable Sensación [+18, SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora