Kunikida-sensei puede ser buen amigo

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El profesor Kaji Motojiro encontró al par de jóvenes en una esquina del laboratorio. Se situó frente a ellos y carraspeó.

— Chicos, la clase terminó y es la hora del descanso. ¿Qué hacen aquí?

Cuestionó enseguida, mientras se quitaba la bata blanca de laboratorio. Dazai sonrió.

— Descansando, Motojiro-sensei.

Respondió Dazai con una sonrisa llena de confianza. Después de todo, no estaban haciendo nada indebido. Ese tipo de cosas las dejaban para la casa de Chūya u otras áreas de la universidad, por ejemplo, entre los arbustos después de clases, cuando la escuela se queda sola.

— Este no es el lugar adecuado. Por favor, levántense y salgan de aquí. Por la manera en que están tan juntitos parecen un pareja de tórtolos enamorados.

— ¿Qué dice? Chūya y yo sí somos una pareja de enamorados.

Corrigió, confirmando así las sospechas de su profesor.

Finalmente y después de jugar unos minutos con el profesor, Chūya y Dazai se levantaron del suelo y salieron del laboratorio. Kaji cerró la puerta de inmediato para que ningún otro alumno ocurrente tuviera la idea de entrar a tomar su descanso.

— Chūya, ¿te parece si vamos a molestar a Kunikida-sensei? Estoy aburrido.

El pelirrojo ya se encontraba mejor de su estado de ánimo. Limpió lo poco que quedaba de sus lágrimas y sonrió. Había amanecido muy sensible ese día, algo inusual en él.

— Claro. Pero primero, ¿me compras un tazón de comida? No desayuné. ¿Un chazuke, quizá?

Miraba a Dazai, con una carita de perro regañado para convencerlo. Aunque si se trataba de perros, Dazai no caería nunca.

— Está bien. Pero después vamos a molestar al sensei.

— Ya te dije que sí, idiota.

Chūya le dió un empujón a manera de juego para después reír.
Dazai se detuvo con una idea en mente.

— Chūya, ¿quieres que te lleve en mi espalda?

Propuso. Los orbes azules de Chūya se iluminaron. Le hacía sentir bien que Dazai lo llevará en su espalda cargando, y pasear por toda la universidad. Todos los miraban con rareza y algunas chicas con envidia, pero ya estaban acostumbrados a eso y no les incomodaba.

— ¡Eso no se pregunta, Dazai!

De un salto, subió, y rodeó el cuello de Dazai con ambas manos, recargando su cabeza también.
Se sentía alto, y disfrutaba de los mismos paisajes pero con perspectiva diferente.

En la zona restaurante de la universidad, Kunikida disfrutaba de un ramen tradicional y un té. Feliz por la paz mental que sentía. Estaba solo en la mesa, sin nadie que lo molestara hasta que Dazai se sentó primero en una silla de la misma mesa, seguido por Chūya, quien ocupó otra de las sillas.

El castaño había comprado más cosas además del Chazuke de Chūya para compartir, así como unos postres.

— Kunikida-sensei, me alegra encontrarlo aquí. Chūya y yo decidimos venir a hacerle compañía. Un hombre solo debe ser muy triste. Kunikida-sensei, ¿está casado?

El rubio de los ideales soltó un gruñido de incomodidad y golpeó la mesa con su puño. Su cara de pocos amigos lo delataba, estaba molesto por tener de compañía a ese par de estudiantes hormonales.

— ¿Kunikida-sensei? ¿Quiere probar mi Chazuke?

Ofreció Chūya, tratando de simpatizar con él. En ese momento, Chūya...




¿Se convertirá Kunikida en amigo de Dazai y Chūya?

Incontrolable Sensación [+18, SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora