Kunikida-sensei

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Finalmente las clases terminaron. Todos los alumnos se retiraron de la universidad con destino a sus respectivos hogares. Pero Dazai y Chūya llegaron a una farmacia tomados de la mano, sin importarles si alguien más los miraba con rareza.

— Díganme, jóvenes.

Dazai se acercó al vendedor para responder en voz baja.

— Una caja de condones, por favor.

El vendedor de la farmacia los buscó, y luego los marcó en la caja para cobrarlos.

— Son 56¥.

El castaño sacó el dinero de su bolsillo para pagarlos, y guardar la caja en el bolsillo contrario lo más rápido posible.

Mientras eso sucedía, Chūya miraba que Fyodor Dostoevsky, un doncel al igual que él, el cual conocieron en secundaria, salía de revisiones médicas por su embarazo. Sintió escalofríos.

"Ese idiota arruinó su vida sabiendo que era un doncel fértil. Que estúpido".

Pensó.

Salieron de la farmacia y se encontraron más de cerca con Fyodor, quien suspiró resignado, lo habían descubierto.

— ¡Vaya! La rata de la secundaria tendrá una ratita. Que mala suerte.

Comentó Dazai, usando un tono de burla y unas risas al ver al pelinegro con una barriga de aproximadamente ocho meses de gestación. Fyodor esperó hasta que Dazai dejara de reír para hablar.

— ¿Ya terminaste?

— ¡Es que...! ¡Es divertido! ¡Te ves chistoso, Fyodor! ¿Verdad, Chūya?

— Chistosos se van a ver ustedes cuando yo me ría de los dos al salir Nakahara embarazado.

— ¡¿Eh?! Te equivocas. Yo soy un doncel infértil, a diferencia de tí. Puedo hacerlo cuántas veces quiera sin protección, y nada sucederá. Vámonos, Dazai. Suerte con tu mocoso llorón cuando nazca.

Sin más, se alejaron. Nikolai llegó a dónde se encontraba su amado Fyodor. Traía unas bolsas con las compras para el bebé. Cosas de colores rosados, blancos y amarillos.

— Dos-kun. Te ves molesto. ¿Sucedió algo? Compré todo para la niña. ¿Qué te dijo el doctor?

— Estoy bien, Nikolai. Todo va excelente. Unos tipos me hicieron enojar, pero nada grave. Vayamos a casa.

Al llegar a la casa de los Nakahara, tuvieron la mala suerte de encontrarse con...

— ¡¿Kunikida-sensei?!

En efecto. El camino a casa de Kunikida era por ahí, justo en la calle de la casa de Chūya.

Kunikida era su profesor de cálculo y matemáticas diversas. Tenía veintiséis años, pero lucía casi como un alumno más de la universidad, un joven de veinte.

— Dazai-kun, Chūya-kun. Vienen juntos. Sé que esto no me debería importar, pero presiento que ustedes dos tienen planes asquerosos dentro de esa casa. Cuídense, son mis alumnos y recibiría un regaño si ustedes cometen una tontería.

Chūya sonrió.

— No se preocupe, Kunikida-sensei. Este idiota y yo vinimos a jugar ajedrez con mi familia. Ellos están ahí dentro.

Kunikida no creyó mucho, pero decidió alejarse.




En Japón, los maestros están más al tanto de sus alumnos que en cualquier otro lado del mundo. Incluso si se ausentan, podrían ir a visitarlos para saber qué está mal y apoyarlos. Son como sus segundos padres, más nunca amigos.

Incontrolable Sensación [+18, SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora