Los Nakahara

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Todo parecía ir bien. No de maravilla, pero estaban sanos y eso era lo más importante.

La habitación de Chūya parecía más la del bebé que del mismo Chūya. Había juguetes, peluches, muchas decoraciones de bebé, como animalitos en las paredes y colores pastel, muy llamativos para un niño pequeño.

Había una cuna al lado de la cama de Chūya, una muy espaciosa para Atsushi, y con todas las comodidades.

Después de hacer las pases con Fyodor y su familia, los tenían de visita. Habían ido a conocer al bebé Atsushi, y llevaron al pequeño Ryūnosuke, de nueve meses, quien quedó maravillado con todos los accesorios de la habitación.

Ryū balbuceaba palabras inaudibles para los adultos, estirando su brazo y dedo índice derecho hacia aquellas cosas que llamaban su atención. Se encontraba en los brazos de Gogol.

— Chūya-kun, ¿dejarías a mi bebé Ryū jugar con una de esas pelotitas de peluche?

Preguntó Nikolai.

— Oh, Ryū-kun puede tomar una para él y llevársela, la que más le guste. Mi Atsushito aún no sabe de juguetes, sólo que Dazai se emocionó comprándole...

Respondió con una sonrisa.

Fyodor observaba a un tranquilo Atsushi en su cuna. Le parecía lindo y adorable. Él amaba a los niños y tenía deseos de sostener a Atsushi en sus brazos.

— Chicos... ¿Puedo tomarlo? Está despierto.

— Claro.

Dazai contestó. Se sentía un padre orgulloso, con su hermoso novio y su precioso hijo. Pero su temor de no saber la manera en que reaccionarán los padres de Chūya ante esto, seguía estando presente.

Fyodor tomó a Atsushi en sus brazos, con mucho cuidado, utilizando pequeños cobertores.

Podía contemplarlo mejor. A sus ojos era hermoso, y en verdad lo era. No podía sentir rencor ante las burlas de los padres de esa inocente criatura. Estaba feliz de que a pesar de todo, Atsushi no haya sido adoptado por desconocidos.

— Atsushi-kun es un niño hermoso. Me alegra mucho que ustedes se quedaran con él.

Pasaron los meses, transcurrieron dos años, y los padres de Chūya sólo hablaban para saber de él. Vivían más felices en Los Ángeles que en Yokohama al lado de su hijo.

Los Nakahara tuvieron un segundo hijo que resultó ser una niña. Una niña albina, al igual que su madre y de la misma edad que Atsushi. Los Ángeles era un buen lugar para vivir, pero debían regresar a Japón y al menos saber qué había sido de la vida de su primer hijo, a quien tenían demasiado olvidado.

•••

Dazai y Chūya se encontraban en casa de Chūya, después de las clases. Antes de llegar ahí, pasaron por Atsushi a casa de Dazai, donde sus padres, Fukuzawa y Mori, ya conocían todo sobre el niño y los apoyaban. Querían que ambos se convirtieran en unos grandiosos médicos y terminaran sus estudios, a pesar de los obstáculos de la vida.

Tenían unos cubos de plástico para hacer torres, y algunos juguetes sobre la alfombra, mismo lugar donde estaban jugando.

Sin los Nakahara, no habría problema jugar en la sala ¿O sí?

— ¡Atsushi-kun! Haz una torre alta. Vamos. Si te pones de pie, podrá llegar más alto.

Aconsejaba Dazai. Tenía al lado un libro sobre tejidos, de medicina. Mientras convivía con el niño, repasaba sus estudios para un examen próximo que tenían al día siguiente.

Chūya hacía lo mismo con otro libro.

— ¡Papi! ¿A-shi?

Atsushi se puso de pie para colocar los cubos más alto. Su pañal sucio era notorio.

— ¡Así está perfecto, Atsushi-kun! Chūya, su pañal está sucio. Te toca a tí.

— ¡¿Por qué siempre me toca a mí, Dazai?!

Chūya cerró su libro y se levantó. Fue por Atsushi y lo llevó a la habitación para cambiar su pañal. Atsushi había soltado el llanto por haberlo interrumpido en su juego.

En ausencia de Chūya en la sala, alguien abrió la puerta principal de la casa, entraron, y lo primero que vieron fue a un joven castaño estudiando con cosas y juguetes de bebé alrededor.

— ¡¿Qué demonios?!

— ¿Quién eres tú?

Dazai estaba sorprendido. Cerró su libro y se levantó del suelo, ignorando los llantos de Atsushi provenientes de la habitación de Chūya.

— Me presento. Soy Osamu Fu... Dazai, y soy el esposo de su hijo Chūya.

— ¡Mami! ¡Juguetes!

La hermanita de Chūya fue hacia la torre de cubos, empujándolos por diversión. Soltó una risita traviesa.

— Oh. Esos juguetes son de nuestro bebé. Chūya está ocupado con él en este momento.

En la habitación...

El pañal de Atsushi había sido cambiado por uno limpio. Ahora tenía hambre, seguía los pasos de su madre, jalando parte de su ropa para exigir alimento.

— Mamimamimamimami quiello hambye.

— ¿Qué? ¿Que quieres hambre? Ten, tu biberón.

— ¡No! ¡Deche de mami!

Quería trepar la pierna de Chūya, pero el pelirrojo se lo impedía.

— ¡Atsu, no! ¡No es el momento! Mami y papi están estudiando ahora. Ven, juega mientras terminamos y trae tu biberón. Dime, ¿no te gustaría tenerlo todo en el futuro y dos padres doctores?

— Shi...

— Entonces depende de los tres.

Su impresión al bajar las escaleras con Atsushi de la mano y ver a sus padres con... Dazai.






Último cap del día. Me pasaré a otro fic!
Gracias por llegar hasta aquí!

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Nos leemos otro día.

Incontrolable Sensación [+18, SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora