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Un día normal en la vida de Takemichi Hanagaki a sus 26 años era estar rodeado de sus parejas, suena raro, pero si, "sus parejas".

Una pelinaranja dormía sobre su pecho derecho , era Hinata Tachibana, su primera novia de secundaria, en el otro costado dormía un pelinegro con un tatuaje en el cuello, estaba semidesnudo y lo abrazaba por la cintura aferrandose como un Koala, ese era su antiguo comandante, Manjiro Sano.

Encima suyo dormía una albina, la había conocido cuando se unió a una pandilla llamada Braham, ella era la líder, Senju Akashi.

Estaba aún cansada por lo que pasó a la noche, veían una película y de pronto comenzaron una guerra de almohadas entre todos mientras bebían cerveza. Eso fue raro, y luego hicieron karaoke. O al menos eso recordaba Takemichi mientras se despertaba.

La cama que tenían era grande, a pesar de vivir en una casa con varias habitaciones, siempre preferían ir a dormir con el. Era tierno verlos dormir, haciéndole compañía en esa inmensa cama.

Aún asimilando lo que sucedió vio a un chico de cabello rosa asomándose por la puerta. Al parecer se había despertado antes que ellos y ahora quería decir algo. Los ojos verdes de Haruchiyo Akashi fueron una de las cosas que a Takemichi le encantaban, las cicatrices en sus labios de alguna manera lo hacían ver sensual. Pero era hermano de Senju, pensaba que ella tomaría mal la situación de vivir con su hermano y sus amantes, terminó tomandolo de buena forma y sentía tranquilidad cuando estaba con ellos.

—Haru-chan, buenos días. Te levantaste antes que todos nosotros...—habló Takemichi somnoliento mientras se levantaba de su cama.

—Ah. Si. Buenos días a ti también— saludó el pelirosa algo frío, no se acostumbraba a tener una vida "normal" como la que tenía ahora.

Había pasado mucho tiempo involucrado en las pandillas y le costaba adaptarse a su actual estilo de vida. Gracias a Takemichi progreso bastante en ello, no pensaba que aquel debilucho, lo había ayudado tanto.

El ojiazul se acercó a Haruchiyo y le dio un beso en la mejilla sacándole un sonrojo. De vez en cuando hacía esas cosas, decía que para verse atrevido con ellos, pero era adorable.

Se dirigió al baño y lavo su cara, se peino y regresó a donde estaba aquel chico, en la cocina de aquella casa.

—Lamento que hayas tenido que limpiar todo el desorden que hicimos anoche...— dijo Takemichi cuando se acercó al ojiverde.

—No es nada— contestó amablemente el Akashi. Eso sorprendió al pelinegro, y le sonrió suavemente.

Hanagaki se le quedó mirando mientras sacaba las tazas del mueble donde las guardaban, los demás se iban a despertar en unos minutos y Haruchiyo sabía bien eso.

Hinata era la que se despertaba luego de Takemichi y hacia su rutina antes de dirigirse a donde desayunarian. La que le seguía era Senju, los saludaba con un beso en la mejilla y se duchaba, luego llegaba a la mesa y se sentaba en su lugar. El último era Manjiro, tenía sueño pesado y no convenía despertarlo, era medio vago y sólo lavaba su cara, regresaba al cuarto si el desayuno no estaba, pero si había se quedaba hasta despertar con el olor a comida.

Y así como sabía, sucedió aquello. La pelinaranja salió primera, le siguió la albina y un rato después el pelinegro.

Takemichi los miro y se emocionó al ver su hogar lleno de personas a las cuales amaba. Ocuparon los lugares de la mesa en cuestión de minutos, Hinata lo saludó con un beso, y a los demás también, Senju hizo lo mismo y Mikey dormitaba en la mesa.

Haruchiyo también los veía, sonreía tal vez porque sentía un hogar en ellos, su lugar seguro, esa calidez que siempre quiso sentir en su vida al fin la sintió.

Nuestro TakemichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora