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Manolita abrió los ojos. Se dio cuenta de que había dormido varias horas porque ya estaba cayendo la tarde. Miró hacia la ventana y sonrió ante la imagen que siempre había soñado ver: Marcelino acunando a su hija recién nacida, por fin. La habían deseado tanto y habían sido años tan duros, que aún no podía creer tenerla en sus brazos. Tanto Manolita como Marcelino se habían sometido a cuanto tratamiento de fertilidad existiera pese a que los especialistas no les daban muchas esperanzas. Pero ahí estaba, contra todo pronóstico, Luisita Gómez Sanabria, con 3 kilos y 800 gramos, 49 centímetros de largo y unos mofletes para comérselos a besos. Era una beba perfecta.

- Mira Luisi, mamá se ha despertado – dijo Marcelino hablándole a la niña como si ésta entendiera

Se acercó a Manolita y juntos no paraban de mirar y acariciar a lo que parecía ser un milagro en sus vidas.

La puerta sonó unos minutos después. – Permiso, ¿puedo pasar? –

- Claro que sí doctora, pase. Recién me he despertado – contestó Manolita

- ¿Cómo te sientes? Veo que Luisita duerme tranquilamente – contestó la doctora

- Bien, un poco dolorida pero bien. ¿Y tú debes de ser Amelia, verdad? – preguntó al ver a una niña que se escondía tímidamente detrás de la Dra. Devoción González

- Amelia, mi amor, ven, saluda a Manolita y a Marcelino – dijo dulcemente Devoción mientras intentaba que su hija se dejara de esconder

Aunque tímida, una Amelia de apenas tres años se dejó ver. Llevaba un short y remera naranja que iban a conjunto con un oso de peluche y una pequeña mochila del mismo color. Sus rizos alborotados y sus manos pequeñas abrazando con fuerza al peluche derritieron a Marcelino y a Manolita, quienes la miraban encantados.

- Es adorable – dijeron mirando a Devoción

- Ese oso está ya descolorido y estropeado pero es su adoración, no hay quien se lo quite. – contestó sonriendo

Amelia se acercó a Marcelino y se quedó mirando aquello que llevaba en sus brazos.

- Mami, ¿eso es un bebé? – preguntó

- Si mi amor, es una niña, como tú, y se llama Luisita – contestó Devoción

- ¿Te gustaría cargarla, Amelia? – le preguntó Marcelino viendo los ojos de la niña cargados de ilusión

Sin decir nada, Amelia se acercó al sofá que estaba al lado de la cama, trepó hacia él con sus piernitas pequeñas y se sentó esperando poder cargar a Luisita. Todos en la habitación rieron por la espontaneidad de la pequeña.

- A ver, con mucho cuidado, ahora apoyaré su cabecita en tu brazo – dijo Marcelino ante la atenta mirada de Amelia

Con mucho cuidado, Amelia cargó a Luisita, y mientras Marcelino la ayudaba a sostenerla, la miraba con ternura y admiración.

- Ella no es como mis muñecas mami, ¡ella se mueve! – decía Amelia con cara de sorpresa mientras todos reían ante la inocencia de la niña

- Claro cariño, porque es un bebé de verdad, y algún día va a crecer como tú. – contestó Devoción

- ¿Y para eso tiene que comer mucho, verdad? – preguntó Amelia curiosa

- Claro, tiene que comer mucho y también recibir muchos abrazos y besos – contestó Manolita

Amelia acercó a Luisita contra ella como si quisiera abrazarla y le dio un pequeño beso en la frente. Manolita y Marcelino sonreían inundados por la dulzura de la pequeña Amelia.

- Tiene usted una hija preciosa, doctora – dijo Marcelino

- Sí, es lo más hermoso que me ha dejado mi ex marido – contestó Devoción – Bueno cariño, ¿qué te parece si te despides y nos vamos ya, así dejamos dormir a Luisita?

Amelia dudó por unos segundos pero, haciendo caso a su mamá, miró a Marcelino como para que cargara a Luisita y así poder bajarse del sofá.

- Espera, espera. ¿Doctora, me alcanzaría aquel bolso, por favor? – le dijo Manolita a Devoción señalándole un enorme bolso que colgaba de un gancho en la pared

Revolvió entre las cosas y sacó la cámara de fotos que había llevado para documentar aquel día.

- ¿Me permite tomar una foto de Amelia cargando a Luisita? –

- Claro – respondió Devoción con dulzura – A ver, cariño, despídete de Luisi – le dijo a Amelia

Amelia le dio, de nuevo, un pequeño beso en la frente y en ese momento exacto se escuchó el click de la cámara.

- Qué imagen más adorable – dijo Marcelino contemplando la inocencia y pureza que inundaban aquella escena

Ya casi estaban por irse cuando Amelia miró a su mamá curiosa

- Mami, ¿volveré a ver a Luisita? –

- No lo sé cariño, ya mañana empiezas el cole y no vendrás a la guardería del hospital –

Amelia se mostró cabizbaja y pensativa, entonces se volvió a acercar a Marcelino

- Le dejo a Luisita mi oso para que le abrace si quiere –

Todos la miraron asombrados, más que nada Devoción, quien sabía que su hija no soltaba jamás a ese peluche.

- ¿Estás segura cariño? Es tu peluche favorito, ¿no crees que lo extrañaras luego? – le preguntó Devoción preocupada por la posible futura llorera de su hija

- No mami, está bien – contestó la niña bajo la mirada de su madre, de Manolita y de Marcelino

- Bueno Amelia, gracias. Es el primer regalo que recibe nuestra niña y estoy segura que, apenas pueda, le encantará jugar con él. Lo estaremos cuidado hasta entonces, si lo quieres, le dices a tu mamá y yo se lo traeré, ¿sí? – le dijo Manolita mirándola con dulzura

Amelia asintió tímidamente y tomó la mano de su mamá para luego irse.

- Manolita hazme saber por cualquier enfermera si necesitas algo. Igualmente mañana a las 6 a.m ya estaré de turno. – dijo Devoción antes de marcharse

La noche cayó y Manolita y Marcelino hablaban sobre los futuros planes para la habitación de Luisita. Se sentían los padres más afortunados del mundo y no podían contener la felicidad. Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, Amelia cepillaba sus dientes con ayuda de Devoción para ya irse a dormir. Esa noche se durmió pensando en Luisita y en lo parecida que era a sus bebés de juguete, con la diferencia que Luisita se movía y era real. Era el primer bebé de verdad que cargaba, y su cabeza de tres años no salía aún del asombro.

En su cuna de hospital, Luisita dormía pacíficamente. Todavía no era consciente de todo el amor que estaba recibiendo y que recibiría y de que ya, a tan solo horas de haber nacido, había tenido el primer encuentro con la que, años más tarde, se convertiría en el amor de su vida. 

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¡Hola! Empiezo esta locura. Tengo muchas ideas en mente para esta historia y son tantas las cosas que quiero contar que tengo que asentarlas y ponerlas en órden. Después de varios días de escribir y borrar y volver a escribir salió este primer capítulo. Espero les guste. Van a ser capítulos cortos (creo) y la idea de base es que sean 50 mas el epílogo. Iremos viendo. Intentaré actualizar todas las semanas. ¡Gracias por acompañarme en este camino! ¡Allí vamos!

Te amaré por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora