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El tren llegó a Madrid más rápido de lo habitual, o quizás sintió que el viaje duró menos porque ni siquiera lo registró. Su mirada estaba puesta en el asiento vacío que tenía enfrente, y así continuó durante todo el trayecto. Cuando se bajó en la estación, lo primero que hizo fue ir a El Retiro y sentarse bajo la sombra de un viejo árbol que conocía muy bien. Los pensamientos iban a un lado a otro de su cabeza, pero a la vez no quería pensar en nada. No sabía si aquella discusión con Amelia había sido definitiva, pero en su interior la sentía diferente a las demás, porque esta vez sí que habían dejado salir sus sombras más oscuras y se habían lastimado mucho... ese es el resultado de soportar por tanto tiempo. Seis meses tensos habían sido suficientes para rebalsar el vaso, y aunque estaba sumamente triste, tenía claro que no quería volver a Málaga, al menos por unos días. Llamó a María, y ésta sin dudarlo fue hasta el parque para encontrarse con ella. La sorprendió de sobremanera que Luisita y Amelia hubiesen tenido una bronca tan grande, pero estaba al tanto de los problemas de convivencia que venían afrontando desde enero. Apenas Luisita vio a su amiga, sin decir palabra, se lanzó a sus brazos y comenzó a llorar con tanta fuerza, que cualquiera que caminaba por allí se daba la vuelta para ver qué pasaba. María la abrazó, y mientras le acariciaba la espalda, la animó a llorar todo lo que fuera necesario para desahogarse y sacarse el peso que traía encima desde hacía tanto tiempo. Cuando los sollozos cesaron y la sintió más calmada, la apartó suavemente para limpiarle las lágrimas y Luisita la miró aún desbordada.

- Creo que esta vez va enserio, María – dijo

- Pero que dices cariño... si Amelia y tú os queréis con locura... -

- Pero esta vez es diferente... de verdad que no sé, que creo que ya está – reafirmó la rubia intentando controlar el llanto que amenazaba con salir de nuevo

María se puso de pie y tiró de la mano de Luisita para que hiciera lo mismo. – Anda, nos vamos a mi casa –

La rubia asintió y siguió a su amiga, deseando que todo fuera un mal sueño del cual despertaría pero no, era tan real y dolía tanto que ni siquiera podía gestionarlo. Una vez en casa de María, se dio un baño, tomó un té y se dejó caer en la cama agotada, ya que la noche anterior había dormido poco y nada en el sofá. María la dejó dormir mientras escuchaba como el móvil de la rubia sonaba insistentemente cada quince minutos, hasta que no sonó más. Dos horas más tarde, fue hasta la habitación y se sentó en el borde de la cama.

- Luisi, levántate anda que tu móvil ha sonado uf, varias veces -

- ¿Eh? ¿Quién es? – preguntó la rubia adormecida con los ojos entreabiertos

- No lo sé, no me he fijado – dijo María alcanzándoselo

Luisita lo prendió y se encontró con unas cuantas llamadas perdidas de Amelia y un mensaje.


Amelia

Luisita solo dime si estás bien,

estoy preocupada


La rubia tiró el móvil y María pudo leer el mensaje. – Luisi contéstale, dile que estás en Madrid, que estás bien –

- ¡Ni de coña! No quiero que sepa dónde estoy, se hubiese preocupado antes de decirme todo lo que me dijo –

- Luisi... las peleas son de a dos, tú también has de haber dicho cosas... anda solo dile que estás bien –

La rubia la miró de mala gana, pero le hizo caso y tomó el móvil para responder aquel mensaje.


Te amaré por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora