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Luego de una nueva entrevista con la doctora Cohen, Luisita y Amelia volvieron a la clínica dos días después para realizarse las primeras pruebas. Estaban algo inquietas, sobretodo Luisita, que no dejaba de moverse en su asiento.

- Cariño, tranquila que todo saldrá bien – le dijo Amelia tomándola de la mano

- No puedo estar tranquila Amelia, ¿y si ahora son mis óvulos los que no sirven? – dijo la rubia visiblemente preocupada

- Que no, que no hay ningún problema con tus óvulos – 

- ¿Y tú cómo lo sabes? –

- Porque soy doctora, y sé que el problema que tienes en el útero no está relacionado con tus óvulos – le explicó la morena

- ¿Me lo prometes? – le preguntó Luisita mirándola a los ojos

- Te lo prometo – le respondió Amelia con una sonrisa, viendo en aquellos ojos marrones a la niña que le había hecho la misma pregunta mucho años atrás

Luisita soltó aire y miró al suelo, intentando controlar la respiración para relajarse un poco, aunque apenas pudo lograrlo. A los pocos minutos la secretaria las llamó y ambas entraron en consultorios diferentes para comenzar con los estudios médicos. Menos de una hora después ya estaban afuera de la clínica, y desde allí fueron a la playa, necesitaban hacer una pausa y sentir la brisa y la paz del mar cerca. Cuando llegaron, aparcaron el coche y tendieron sobre la arena una manta que habían encontrado en el baúl. El sol primaveral era cálido y los días, ya más largos, les dejaban un amplio margen de luz para disfrutar del paisaje por mucho rato antes de que cayera la tarde. En un momento, Luisita sacó una pequeña libreta y un lápiz de su bolso, y comenzó a dibujar un boceto bajo la atenta mirada de Amelia. La morena disfrutaba cada vez que podía observarla en detalle, su perfil, sus pecas, su cabello dorado al viento, su mano tomando el lápiz, y grababa en su memoria aquella imagen en movimiento, mientras el sonido nítido del mar se colaba por sus oídos.

- ¿De qué va el boceto, cariño? – preguntó

- Del mar y su espuma blanca... está algo embravecido hoy, pero es tan bonito... ya sabes que me flipa dibujar en la playa – respondió y la morena asintió – Amelia, ¿qué piensas? – preguntó dejando a la morena algo desconcertada con aquella pregunta

- ¿Qué pienso de qué? –

- De todo, no lo sé... de nosotras, del tratamiento, de todo lo que hemos hecho y lo que estamos haciendo... –

- Pues... pienso que me siento muy bien cariño, muy feliz por estar compartiendo mi vida contigo, ¿y tú que piensas? –

- ¿Feliz, feliz? – preguntó Luisita como necesitando una respuesta más amplia

- Claro, feliz feliz, muy feliz, pero vamos que el concepto de felicidad igual no es vivir una vida color de rosa... hemos pasado unas tantas y aún así estamos aquí juntas, compartiendo momentos como este, mirando el mar, eso es lo que me hace verdaderamente feliz, compartir mi vida contigo, lo bueno y lo no tan bueno, todo – le explicó dedicándole una sonrisa al terminar de hablar

- Te quiero – le dijo Luisita con los ojos humedecidos

- Y yo a ti, mi vida, ¿estás bien? – 

- Claro, es solo últimamente ando estoy sensible por todo - dijo, y soltó una risa pequeña 

Amelia se acercó y la estrechó entre sus brazos, dejándole besitos en el cabello. Luego le corrió un mechón para dejar al descubierto su cuello y se lo besó, justo encima de un lunar. Dejarle a la rubia besos sobre los lunares que tenía en el cuello se había convertido en su debilidad. Se mordió el labio y no se pudo contener. 

Te amaré por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora