49

1.8K 123 17
                                    


Amelia colocó una maleta en la parte trasera del coche, revisó que la puerta de casa estuviera bien cerrada, y abrochó el cinturón de seguridad de la silla de Teo. Antes de subirse, dio una última visada general al frente de la casa y dio inicio al viaje que tendrían hasta Madrid. Era un sábado de abril y la primavera se sentía vibrar en una tarde cálida y despejada. Por primera vez, Mercè celebraría su cumple en la ciudad capital y sus madres, junto con Nacho y María, les habían organizado a Isa y a ella una doble fiesta de cumple, ya que las dos cumplían años con pocos días de diferencia. Como María había visitado Málaga por una semana y volvía a Madrid ese mismo sábado por la mañana, Luisita había aprovechado para viajar con ella ya que tenía que ayudar a sus padres con un asunto del restaurante, y de paso había aprovechado también para llevar consigo a Mercè y a Lucía y así no dejarle tanto trabajo a Amelia. Teo estaba de excursión con sus compañeros del cole y no volvería hasta el sábado por la tarde, así que apenas llegó alrededor de las cinco, Amelia le sirvió la merienda, lo alistó, y salieron juntos rumbo a Madrid. Era el primer viaje largo que hacían solos, y era muy típico, de esos viajes de madre e hijo en el cual no faltan canciones a capela, historias y conversaciones divertidas, hasta que en una de esas conversaciones Teo indagó y sorprendió a la morena con su pregunta.

- Mami, ¿puedo preguntarte algo? – 

- Claro, cariño, ¿qué ocurre? – 

- ¿Cómo era el abuelo Tomás? - preguntó, y Amelia sintió como su mente quedó en blanco por un momento -  Abu Devi me ha dicho que él curaba a las personas como lo haces tú, pero no me ha dicho más nada... –

Al principio, la morena no supo bien que responder, y es que en realidad apenas conocía a su padre y probablemente lo único que sabía a ciencia cierta era eso mismo, que él era médico, y no mucho más. Pero unos segundos más tarde, se dio cuenta de que tenía más información, quizás no la que su hijo esperada oír, pero algo más podía contarle aunque no fuera bonito, y es que tanto Luisita como ella habían coincidido en criar a sus hijos con total honestidad, y eso incluía muchas cosas, buenas y no tan buenas, y entre esas cosas se incluía la existencia de Tomás, aunque Amelia nunca pensó que Teo le preguntaría por él. Miró al niño por el espejo retrovisor y sonrió al ver su carita expectante que le devolvía la mirada.

- Si, cariño, él era médico como abu Devi y yo, pero yo no le he conocido, así que no hay mucho que pueda contarte de él, solo que era un muy buen cirujano y curó a muchas personas, lo querían mucho en el hospital –

- ¿De verdad no lo conociste? - indagó el pequeño - ¿Él te abandonó como hizo Andrea conmigo? – preguntó con curiosidad, y esa pregunta hizo que la morena sintiera una punzada en el centro del pecho

- Él y abu Devi permanecieron juntos hasta que yo nací, y luego él se marchó de casa cuando yo era muy pequeñita, más pequeña que Lucita – le explicó

- ¿Y por qué se marchó? –

Amelia se quedó un momento en silencio, sabía que su hijo no se rendiría hasta no saber. Teo estaba por cumplir siete años y era el más curioso de los Ledesma Gómez, quizás porque era el que más respuestas necesitaba, o quizás porque su cabeza quería comprender muchas cosas conforme crecía, así que tanto Amelia como Luisita estaban acostumbradas a las preguntas que él les hacía, y eran muy receptivas al respecto, con el tiempo habían desarrollado un feedback muy honesto y de mucho amor entre los tres, así que Amelia decidió ser, como siempre, sincera con él.

- ¿Mami?, ¿no me contarás por qué se marchó? - insistió el pequeño ante el silencio de su madre

- Se marchó porque a veces los mayores tomamos decisiones en base a lo que creemos correcto, aunque luego no lo sea – respondió la morena con las palabras más adecuadas que encontró en el momento, intentando ser lo más honesta posible 

Te amaré por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora