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FLASHBACK

Era una tarde tranquila en El Asturiano, apenas unos pocos clientes, los más frecuentes, disfrutaban de un café vespertino mientras Marcelino ayudaba a Pelayo con algunas cuentas del restaurante. En una de las mesas del fondo, escondida y silenciosa, una pequeña rubia de diez años con sus trencitas perfectamente ajustadas parecía estar muy concentrada frente a su block de hojas de dibujo que había recibido como regalo el Día de Reyes. Hacía algún tiempo que dibujar se había convertido en su hobbie favorito, y era capaz de pasarse horas creando bocetos y perfeccionándolos hasta que quedaran como se los imaginaba en su mente. Un rato más tarde, Marcelino se acercó hasta su hija para dejarle una taza de chocolate caliente.

- Gracias, papá – dijo la rubia apenas levantando la vista del papel

- Oye, eso que dibujas es muy bonito eh, es la fachada de El Asturiano, ¿verdad? – preguntó Marcelino observando los trazos de grafito bastante acertados para ser obra de una niña de apenas diez años

- Sí... ¿lo es? ¿tú crees que es bonito? No lo sé, papá, es que no acaba quedando como yo quiero... - respondió Luisita algo molesta

- Lo es, cariño, te ha quedado igualita a la fachada original – asintió Marcelino – Luego, cuando la termines, podemos enmarcarla y colocarla junto a las fotos de aquella pared – dijo señalando la pared que se encontraba al lado de la cocina, en la cual había fotos familiares y algunas portadas de periódicos de los años setenta

- Sí, me gustaría, pero primero tengo que terminarla y colorearla... Oye papá, ¿tú crees que a Amelia le gustará este dibujo? – preguntó con seriedad

- ¿A Amelia? Pues claro que sí, hija, sería lo único que observaría en aquella pared, mira lo que te digo... pero, ¿por qué no se lo envías a ella junto a una de tus cartas? –

- ¡No! – exclamó la rubia – No, me da vergüenza, papá – se sonrojó y Marcelino se echó a reír - Este dibujo se queda aquí y ya, además que es del restaurante y es un regalo para el abuelo – explicó

- Como tú digas, cariño, el abuelo se pondrá muy contento, pero ahora anda, vamos, descansa un momento y toma tu chocolate –

- Vale – asintió Luisita e hizo a un lado sus hojas y lápices para tomar su taza de chocolate caliente

En su cabeza, la aprobación de Amelia era la más importante, ni siquiera se lo cuestionaba, para ella era lo más natural del mundo pensar de esa manera y estaba claro que no le mostraría ninguno de sus dibujos hasta ser lo suficientemente buena dibujante. 

FIN DEL FLASHBACK


- Cariño, ¿estás segura de que quieres ir? Ya te he dicho que puedo currar más horas, tomar más guardias... - reiteró Amelia desde la cama mientras veía como Luisita terminaba de peinarse frente al espejo

- Que no, Amelia, que ya te he dicho que no – respondió la rubia con seguridad

- De acuerdo... – respondió la morena y se levantó para ir hasta su esposa y abrazarla por la cintura – Todo saldrá bien – le susurró al oído y le dejó un beso en el cuello

- Eso espero... - dijo Luisita con visible nerviosismo y se dio la vuelta para dejarle un beso en los labios a su esposa - Volveré cerca del mediodía, ¿vale? –

- Claro, cariño, aquí estará tu equipo esperándote – respondió Amelia con una sonrisa que la rubia le devolvió al instante

Luisita bajó a la planta baja y tomó su bolso, se miró por última vez en el espejo del recibidor y respiró profundamente. Estaba decidida a volver a casa aquel día habiendo conseguido un empleo en esa galería.

Te amaré por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora