Parte 7

162 19 0
                                    


El sol empieza a asomar por la ventana de mi habitación. Me remuevo en la cama y empiezo a desperezarme. Al instante, recuerdo el día de ayer y, sobre todo, cómo acabó. Me toco los labios con dedos temblorosos. Sé que no ha sido un sueño, aunque fue un momento con el que he soñado miles de veces. Fue perfecto: tierno y sensual. Con sus manos cogiendo mi cara. Lento, sin prisas. Entonces apoyó su frente contra la mía... ¿estaría esperando un atracción por mi parte? ¿Debería haberle besado yo entonces? —¡Pues claro, tonta! Joder... —maldigo. No quiero que piense que yo no deseaba ese beso y ahora me doy cuenta de que mi reacción puede haberle dado a entender eso. Me levanto y me meto en la ducha para despejar mis ideas. Mientras el agua resbala por mi cuerpo, no dejo de darle vueltas a mi "no reacción"... Me quede paralizada, y no porque no me gustara, ni muchísimo menos, si no porque no me creía lo que estaba pasando. Tan sólo cerré los ojos y me dejé llevar. Si Peeta no me hubiera estado agarrando, me habría caído al suelo redonda. Al salir de la ducha, me anudo una toalla alrededor del cuerpo y me planto frente al espejo empañado. Después de frotarlo con el brazo, me peino el pelo con los dedos y luego, simplemente, observo mi reflejo. Mi piel pálida, mis ojos grises, las pecas de mi nariz, mis labios... Esos que ya nunca más mepertenecerán. Desde ayer, son propiedad de Patrick.Entonces cierro los ojos y rememoro todo lo que pasó anoche. Y cuanto más lo pienso, más convencida estoy de una cosa: soy tonta del culo.
El timbre de la puerta me devuelve a la realidad de golpe. Me giro en esa dirección y automáticamente pienso en Peeta. ¿Será él? ¡Por favor que no sea el! ¿O sí? No, ¿verdad? —¡katniss, soy yo! —escucho gritar a mi hermano. Con una mezcla de alivio y decepción, arrastro los pies hasta la puerta, que abro con apatía, apoyándome en ella con pesadez. —¿Qué pasa? —Tanto entusiasmo me abruma... —me contesta, arqueando una ceja—. Estoy por largarme y zamparme yo solo estos donuts...

—Lo siento Gale, pero es domingo... Y es muy temprano...
—¿Temprano para ti? Ni que te hubieras ido de fiesta...
—Por el pestazo a alcohol que pegas, tú sí, ¿verdad? ¿Has dormido algo? —Sí y no.

—Madura un poco, Gale, por favor... Que no tienes dieciocho años... —Ni tú ochenta. Además, estoy en ello, pero los cambios no suceden de la noche a la mañana... —Pongo los ojos en blanco mientras me aparto para dejarle entrar—. Y volviendo al tema de antes, he venido porque sabía que estarías despierta. Te conozco, hermanita, y sé que ayer te fuiste a dormir, como mucho a las once de la noche, después de una apasionante velada de lectura. Resoplando, entro en la cocina para empezar a preparar café.

—No, no, ya sé qué hiciste, te ligaste a un tío y habéis estado follando toda la noche y ahora está durmiendo en tu cama —prosigue, incansable—. ¡No,mejor! ¡No es sólo un tío, son dos y habéis hecho un trío! —Basta ya, Gale... —le pido, con la voz tomada por la emoción. Y como me conoce más que yo misma, sabe al instante que algo me pasa.

—Katniss... ¿estás bien? Normalmente, encajas mis bromas muy bien...
—¡Pues hoy no, ¿vale?!Con el ceño fruncido, se acerca hasta mí y extiende los brazos Hasta abrazarme. Es entonces cuando me empiezo a derrumbar.

—Ayer salí con Peeta y...
—¡¿Qué?! ¿Con Peeta...? ¿Ese Peeta? ¡¿Y por qué me entero ahora?! —Bueno, salí con Peeta y Will. De hecho, no fue una cita en sí. Yo quería llevar a Will al museo y Peeta tenía entradas gratis. Will le insistió para que viniera con nosotros, luego fuimos a comer, pasamos la tarde en el parque, charlamos durante bastante rato... Cuando Will se durmió, Peeta lo trajo a casa en brazos y al despedirnos... me besó. Nos quedamos en silencio un buen rato, y cuando levanto la cabeza para mirarle, le descubro observándome fijamente, con las cejas levantadas y los brazos cruzados sobre el pecho. —¿Y lo sueltas así? ¿Sin inmutarte? Katniss, deberías estar dando saltos de alegría. Te has enrollado con el tipo por el que llevas meses colgada. ¿Qué mas da si fue después de una cita romántica, de haber corrido una maratón o tras asistir a una conferencia acerca de las consecuencias del cambio climático en la gestación de la mariquita común? —Sí, y estoy contenta, mucho. Fue increíble...
—¿Tan mal besa? —No es eso...
—¿Y entonces...? —Pues que me quedé parada, Gale. Que no me moví. ¡No le devolví el beso! Y te juro que quería hacerlo... Madre mía si quería... ¡Me hubiera gustado meterle la lengua hasta la yugular! —¡Esa es mi chica! —dice, aplaudiendo mientras ríe a carcajadas.

La Loca De La Camara (everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora