Parte 25

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—A lo mejor, podría pedir permiso para salir... Que me busquen un sustituto mientras estoy fuera...

—Peeta, tranquilo. No te preocupes. No voy a ir sola. Me va a acompañar tu madre.

—Pero es que quiero estar ahí contigo... Quiero saber si vamos a tener un niño o una niña, y verle y escucharle de nuevo...

—Y lo sabrás. Serás la cuarta persona en saberlo, después del médico, de tu madre y de mí —le digo, dándole un beso—. Y le verás, porque te enseñare las fotos de la ecografía. No puedes dejar a tus niños solos en un día tan importante como hoy. ¡No se acaba tercer curso todos los días! Lleno dos tazas de café y me siento a su lado, en uno de los taburetes de la cocina.

—¡Will! ¡Date prisa! ¡Baja a desayunar! —grito mirando el reloj.

—¡Ya voy!Escucho sus pasos bajando las escaleras a toda prisa.

—¡Y no corras! ¡Que no quiero tener que volver a tener que pelearme con alguien por unas muletas nunca más!
—Tranquila... —me pide, gesticulando con las manos para pedirme queme calme—. Este estrés no puede ser bueno para el bebé. Luego no te quejes si llora toda la noche... A Peeta se le escapa la risa, aunque intenta contenerla, y se lleva un manotazo por mi parte de regalo. Respiro profundamente un par de veces, antes de levantarme y verter los cereales en su cuenco con leche caliente.

—Toma, tus cereales.—¿Llegarás a tiempo para el festival? —me pregunta.

—Claro que sí. Alice y yo iremos pitando nada más salir del médico. No me pierdo el festival de fin de curso por nada en el mundo.

—Espero que no tengas unas expectativas muy altas puestas en mí. Al fin y al cabo, soy un personaje secundario. Solo digo una frase de cinco palabras: "Se ha ido por allí". Aunque, no me quejo. Cuanto menos digo, menos posibilidades tengo de cagarla.

—Esa es la actitud, sí señor —ironiza Peeta, poniéndose en pie para dejar la taza en el fregadero, dándole una suave colleja a Will de camino.

◆◆◆

Dos horas después, estoy estirada en una camilla, con Alice a un lado y el médico al otro, viendo a través de la pantalla a mi bebé, con su cabecita, sus manitas, sus piececitos y su corazón latiendo con fuerza por toda la consulta. Miro a Alice, que tiene los ojos llenos de lágrimas. —Qué preciosidad —dice, cogiéndome de la mano—. Gracias por dejarme vivir este momento contigo...
Le aprieto la mano con cariño, yo también muy emocionada.

—No lo dudé ni un segundo.
—Bueno, pues aquí está. —El médico congela la imagen justo antes de ponerse a apuntar varios datos en un papel, hasta que, finalmente, añade—: Estás de dieciocho semanas y el bebé está perfecto. Mide diecisiete centímetros y pesa aproximadamente doscientos gramos. Su corazón late a buen ritmo y sus extremidades están perfectamente formadas. Si, además, tú te encuentras bien, no tengo nada más que decir, excepto si queréis saber el sexo... —¿Se ve? —le pregunto con los ojos muy abiertos. —Sí. ¿Habéis hablado Peeta y tú acerca de ello? ¿Queréis saberlo? —Sí, lo estamos deseando. —Pues... es una niña.
—¿Una niña? —pregunto, llorando de nuevo a mares—. Will va a tener una hermanita.

—¡Una niña! —exclama Alice.
—¡Vamos a tener una niña preciosa...!

◆◆◆

En cuanto llegamos al colegio, me sigo sintiendo en una nube. Me siento incapaz de dejar de sonreír, más consciente si cabe de la vida que crece en mi interior. Nos dirigimos al gimnasio, donde se tendrá lugar el festival, y enseguida vemos a Claire, charlando con algunos padres y guiándoles hasta las sillas. Encuanto nos ve, se disculpa y corre hasta nosotras.

La Loca De La Camara (everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora