Parte 21

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Entramos por la puerta de urgencias del hospital justo detrás de la ambulancia. Gale ha puesto la sirena en el techo de su coche, y eso nos ha abierto camino hasta aquí. No puedo evitar fijarme en un pequeño reguero de sangre en el suelo que se pierde más allá de la puerta de los quirófanos y que una empleada de la limpieza se afana en limpiar. Gale se acerca al mostrador y allí le indican dónde podemos sentarnos a esperar. Me agarra por la cintura y me guía hacia una sala de espera atestada de gente. —¿Qué te han dicho?—Que podemos esperar aquí.
—¿Crees que me importa dónde narices nos podamos sentar? Me refiero a Peeta. ¿Qué te han dicho de él? —Nada. Seguro que, en cuanto puedan, saldrá un médico a informarnos—responde con paciencia. Resoplo para demostrar mi frustración, cruzando los brazos sobre el pecho. De repente, siento frío y empiezo a tiritar.
—¿Has comido? ¿Te traigo...? —me pregunta. Niego con la cabeza sin ganas de hablar. En realidad, no tengo ganas de nada más que de correr a través de esas puertas para estar al lado de Peeta. Necesito que sepa que no pienso dejarle solo, ni voy a permitir que me deje sola...

—Katniss, mírame por favor...
Con desgana, giro la cabeza hacia él, apoyándola contra la pared.

—Está en buenas manos.
—Me encojo de hombros, negando levemente con la cabeza. No es que no lo crea, simplemente, no puedo creer que esto Este pasando—. Va a salir de esta. Tienes que ser fuerte, por ti, por Peeta, y, sobretodo, por Will.

—Ahora mismo, no puedo... Solo quiero... —Miro hacia la puerta basculante por la que entran todas las camillas.

—Mira. Tengo un mensaje de Claire... Dice que no te preocupes por Will. Se lo ha llevado a casa y van a preparar pizza. Dice también que ha avisado a los padres de Peeta y que vienen de camino. ¿Quieres hablar con ellos? ¿O conWill? Para tranquilizarles, digo... —¿Tranquilizarles? ¿Y qué les digo? ¿Que no sé nada desde que le he perdido de vista mientras le llevaban en una camilla que iba dejando un rastro desangre? —Katniss...
No...

—Ahora no puedo, ¿vale? —le corto con voz quebrada.
—Está bien, tranquila. Eh, mírame —me pide cogiéndome de la barbilla, girándome la cara hacia él—. Si salió de una pieza de una de mis palizas, podrá con esto sin dudarlo. Agradezco sus palabras de aliento, pero soy incapaz de sonreír, y él parece entenderme, porque se limita a abrazarme y frotarme los brazos y la espalda, apoyando los labios en mi pelo. Minutos después, cuando un médico se dirige hacia nosotros, sigo en sus brazos.

—Hola, soy el Dr. Wayne. ¿Son ustedes familiares de Peeta Mellark? —Sí, ella es su novia —se apresura a contestar Gale cuando ve que yo he abierto la boca, pero no ha salido ningún sonido de mi garganta.

—De acuerdo. Verán... —empieza a decir, llevándonos a una zona más tranquila de la sala—. La buena noticia es que el corazón vuelve a latir con normalidad, aunque le hemos conectado a una máquina de respiración asistida para evitar esfuerzos. Si todo va bien, en unos días probaremos de quitársela y ver cómo lo hace sin ayuda. Intento procesar las palabras. ¿Su corazón ha vuelto a latir? ¿Acaso dejó de hacerlo en algún momento? Siento cómo me fallan las rodillas, pero Gale me agarra con fuerza. —¿Que su corazón dejara de latir, pero ya no, aunque le hayan conectadoa una máquina, es la buena noticia? Tanto el médico como Gale me miran durante unos segundos con gesto comprensivo.

—El proyectil de la escopeta era un calibre veinte —Gale hace una mueca de preocupación, así que supongo que eso debe ser malo—, y desgarró el hígado. La hemorragia es intensa y estamos haciendo todo lo posible para cerrar la herida. En caso de no poder cerrarla, necesitaría un trasplante urgente, pero estamos haciendo todo lo posible para que no haga falta. En cuanto cerremos la herida, seremos capaces de ver si ha afectado algún órgano más, aunque a simple vista no lo parece. El doctor me mira entonces fijamente y parece comprender mi desconcierto y temor.

La Loca De La Camara (everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora