Lado A (3)

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Así como así, muchos días pasaron.

 Las heridas de Dazai ya superaron el periodo más difícil y ahora lentamente comienzan a mejorar. A pesar de que las heridas deben estar ardiendo y se ven dolorosas, Dazai está extrañamente relajado. No sé por qué. Ya no parece tener ninguna intención de rebelarse y huir, así que remuevo las ataduras de sus piernas. Aunque mantengo la puerta delantera con llave.

 Es un placentero día de otoño. En la esquina de la calle, las hojas otoñales se susurran entre ellas recuerdos de cuando eran una vez partes de un árbol. La esencia de té de oliva se acerca desde la nada, un aroma que vuelve las reminiscencias pasadas en vagos y hermosos recuerdos. Estoy sentado al lado de la ventana, divagando y pensando sobre el pasado. Un tiempo sin rumbo mientras espero que hierva el agua del café. Qué lujoso uso del tiempo.

—¿En qué piensas?

 Dazai pregunta desde la cama.

—Sólo en aquel tiempo donde renuncié a mi trabajo anterior. El té de oliva también florecía en aquel momento.

—¿Trabajo anterior?

 Le doy un vistazo a la pava en la cocina. Aún falta un poco de tiempo antes de que hierva el agua. Por un momento, pienso que estaría bien hablar hasta que acabe. Pero otra vez, me pregunto en qué estaba pensando en ese momento.

—Nada trascendental —digo mientras camino hacia Dazai—. Era un trabajo violento. Pero lo dejé.

—¿Violento en qué forma?

 No respondo.

 La habitación se sume en silencio por unos momentos. En algún lugar puedo oír la voz de las enredaderas de trompeta llamándose entre ellas.

—¿No quieres hablar de eso? —Dazai dice como si se rindiera, luego de un tiempo—. Bien entonces. Cuando mis heridas se curen, me iré. Eso es todo lo que es nuestra relación de todas formas.

 No respondo a esas palabras tampoco. En la cocina, un leve vapor sale de la pava.

—Tienes razón. Cuando tus heridas sanen, te irás. Y acabarás tu vida como deseas, en algún lugar, ¿Puedo adivinar?

—¿Adivinar qué?

—La razón por la que quieres morir.

—¿Eh?

—Quieres morir porque eres un tonto.

 Dazai me mira, anonadado.

 El silencio cae en la habitación. Dazai se voltea y cambia su peso, logrando que las viejas tarimas rechinen. En algún sitio lejano, un perro caminando está ladrándole a un árbol en la calle.

—Interesante.

 Cuando Dazai finalmente lo dice, sus ojos se ven diferentes a los de cualquier ser humano. Y a los de cualquier cosa viviente. Esas son heridas. Un par de heridas abiertas en su cara, de las que la oscuridad se asoma.

—Estás hablando mucho para ser un simple cartero. Sin embargo, muchas personas dijeron lo mismo. Aunque no sé por qué, todos murieron.

 La cara de Dazai me recuerda al final de una alcantarilla, o a una pared negra al final de una carretera que te deja sin salida.

Estás hablando mucho para un simple cartero

—¿Es así? Pero al menos, si uno muere sin visitar nunca ese lugar, no pueden llamarse otra cosa que un tonto. Te lo aseguro.

—¿Eh? ¿Qué es ese lugar?

—Es un lugar tranquilo. No es como si estuviera muy lejos. No necesitas ningún requisito para entrar. La cosa es que no todos pueden apreciar el verdadero valor de ese lugar.

The Day I Picked Up Dazai  [Novela ligera - Bungou Stray Dogs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora