Eterno Poder ©

Capítulo 29: Romeo y Julieta

Julieta: —¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehusa tu nombre, o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré de ser una Capuleto. [....]
Julieta: — ¡Sólo tu nombre es mi enemigo! ¡Porque tú eres tú mismo, seas o no Montesco! [....] ¡Romeo rechaza ese nombre; y a cambio de ese nombre que no forma parte de ti, tómame a mi toda entera!
Romeo: — Te tomo la palabra. Llámame solo "amor mío " y seré nuevamente bautizado. ¡Desde ahora mismo dejaré de ser Romeo!
(Novela Romeo y Julieta  Acto II  Escena II)

He leído esa novela 10 veces y aun así sigo sintiéndome igual, triste. ¿Por qué nos conocimos? ¿Por qué nos enamoramos?

¿Acaso el mundo no tiene corazón? ¿Por qué sufrimos por algo que ni siquiera ha empezado? Se llame Romeo, Valentín, Daniel, Marco, Pterseo... Tarde o temprano nos hacen daño. O es un amor no correspondido, o no se ha fijado en ti o está con otra, quién sabe.

Es ley de vida, los amores eternos son los más breves.

Aunque nos encontremos muy cerca el uno del otro, entre nosotros existe una muralla más alta y más difícil de escalar que cualquier montaña; el odio entre nuestras familias, mi secreto... Puede que no estemos destinados a estar juntos, ¿pero entonces por qué el destino ha sido tan cruel de dejarme enamorar de ti?

— ¡Melanie! — me despierta de mis pensamientos la profesora Imma Achiles. —Puede que estés aventajada pero no voy a dejar que hagas lo que quieras en clase. —

— Lo entiendo. — respondo con la cabeza agacha. Al principio Imma se sorprende, pero luego continúa con su no tan aburrida clase.

— No la hagas caso.— Me sonríe Pau. — Te ha reñido porque siendo la única que atiendes en sus clases, se sentía desolada al estar tú despistada.—

— Déjala en paz Pau, es la novia de Pterseo; no creo que nunca se fije en ti.— dice un chico de pelo rapado y demasiado autobronceador, que estaba detrás suyo. — Es demasiada chica para ti.—

Pau se sonroja y esconde su cabeza entre los libros y mira a la profesora, como si la estuviera escuchando. Le observo y me siento mal, él solo quería apoyarme y ahora le han avergonzado.

— ¿Y tú quién te crees que eres? — le salto.

— El chico que te ha librado de un pringado, soy Matthew, aunque siendo tú me puedes llamar Mat. — dice antes de darme la mano para presentarse.

— Hola Mat, se nota que no me conoces bien.— le digo acercándome a él. — No vuelvas a insultar a uno de mis amigos, sean ciegos o animales; porque tienen mucha más clase y personalidad que tú.—

— ¿Me estás amenazando? — preguntó con una sonrisa, le estaba gustando este juego.

— No cariño, esto era una pequeña advertencia.— sonrío. — Si te hubiera amenazado, ese falso naranja en tu preciosa piel con vida, no estaría aquí ni tú tampoco.—

Al instante se le queda la cara blanca y continúo mirándole directamente a los ojos.

— Así que ya sabes Matthdead, — concluyo refiriéndome a él como muerto. — tíñete todo lo que puedas antes de quedarte para siempre de blanco.—

No sé qué le dio más miedo si mi amenaza o el hecho de quitarme las gafas un poco, asomándolas por la nariz; y verme los ojos. En ese momento se giró serio, con alguna gota de sudor recorriéndole por la frente y no se movió en toda la clase.

Nunca me había visto así, llena de seguridad y con una pizca de maldad. Me había sentido tan bien cuando le había visto los ojos, sin gafas; sin nada que me reteniera, excepto las lentillas que una de ellas rápidamente se me había derretido.

—¿Estás bien? — me pregunta Pau inseguro. — Parecías otra persona, como poseída; durante un segundo he creído que lo decías en serio. —

Muevo la cabeza y le aseguro que no me pasa nada, solamente estoy cansada. Una excusa muy barata, pero la cual se cree.

¿Qué me había pasado hace unos minutos? ¿Era yo? En verdad quería hacer daño a ese chico, lo deseaba. Quería abrir los ojos y verle sufrir. ¿Qué me está ocurriendo?

Cuando salimos del instituto, veo a Pterseo en la calle y justo cuando me dirijo hacia él, su padre le recoge y se suben al coche azul metalizado. No habíamos hablado desde el otro día, cuando mis padres se pelearon con los suyos sobre nosotros y sobre sus intenciones antes de irnos de su casa. ¿Qué teníamos que ver nosotros con ellos?

— Sabes que él te quiere. —oigo una voz detrás mío.

— ¡Ah Jimena, eres tú ! — la sonrío mientras dirijo mi mirada hacia el coche que se va. —Supongo. —

— ¡Todavía sigues con tus dudas! — exclama. — Se nota a mil quilómetros que te ama. Yo sí que tengo un problema con el amor. —

— ¿No me digas que te gusta alguien? Tarde o temprano todos caemos.

Tímidamente se sonroja y asiente disimuladamente antes de decir: — Sí,  de repente pasó y ahora... Pero él nunca se fijará en mí, ni siquiera sabe que estoy en su radar.—

— Tú dale tiempo, tarde o temprano todo pasa.

— Ojalá... — medita unos segundos y me dice: — ¿Sabes porqué el amor es tan difícil a veces? Porque pensamos demasiado. —

— Tal vez tengas razón, pero porqué Pterseo el otro día actuó tan raro; no tiene sentido.

— Puede que estuviera muy extresado... Hay que dejar espacio a los hombres porque sino se les peta la patata — comenta sarcásticamente, señalándose la cabeza con un dedo, antes de reírnos a carcajadas.

— Eres la mejor. — la digo antes de abrazarla fuertemente con una gran sonrisa.

De repente me llega un un mensaje de voz anónimo al teléfono, y cuando lo abro escucho:

" No me importa lo que pase o lo que digan. Somos lo que somos por lo que hacemos, vemos, descubrimos y amamos. Yo te amo a ti y si tengo que gritarlo al mundo lo haré hasta que me quede afónico.
Para ti, por siempre.  Tu Romeo. "

Así que sí me había escuchado en clase de literatura... de verdad quería luchar por lo nuestro. Ya no había ninguna duda, yo no sería su Julieta ni él mi Romeo; seríamos Mel y Pterseo, sin miedo. Tendríamos que esforzarnos y luchar por nuestra relación a cada día, a cada hora; pero lo podíamos conseguir. Solo hacía falta convencer a mis padres de ello.

Así que cuando le contesto le digo: — Mi Pterseo.—