12 | ¿Quieres Tiempo?

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Sentí mis ojos llenarse de lágrimas pero Matt las limpio de inmediato.

— Tu eres fuerte — tomó mi rostro entre sus manos y dio un beso en mi frente.

— Buenos días — fue el Buenos días más amargo que he dicho en mi vida, ambos abrieron sus ojos de inmediato.

Alec se levantó rápidamente y nos observaba a ambos.

— Amor no es lo que crees yo bebí y diablos no se como termine aquí — llevaba sus manos a su cabeza sin saber que hacer — Un momento ¿que hace éste estúpido aquí? — Matt soltó una carcajada.

— No hagas que te deje sin dientes — puse mi mano en el pecho de Matt para que no siguiera.

— No tienes nada que explicarme Alec, y deja tus mentiras baratas, porfin quite la benda de mis ojos, porfin puedo ver la clase de basura que eres — traté de sonar calmada.

— ¿Que te sorprende? Nisiquiera soy la primera con la que hace esto — eso dijo la supuesta pasante de Alec.

— Si, debí imaginarlo — estaba llena de coraje, me acerqué a Alec — Matt es mucho más hombre que tú.

— Espera un momento ¿que son esas marcas? — señaló mi cuello.

— Pruebas de que estuve con un verdadero hombre — Alec retrocedió.

— ¿Me fuiste infiel? — por Dios lo voy a matar.

— Y no te imaginas como lo disfrute, piénsalo bien estamos a mano ¿o no? — justo en su ego.

— Eres una... — interrumpí.

— No, eso si que no, aquí la zorra es otra y firma de una vez los malditos papeles, Alec nunca debí casarme contigo — puse los papeles frente a él.

— Éramos felices — dijo melancólico.

— Tu te encargaste de destruirlo, vamos firma de una vez así te puedes casar con tu zorra o solo la quieres para un rato, vamos Alec dile te vas a casar con ella o es solo un rato — la observó y no dijo nada.

— Alec lo prometiste — afirmó ella.

— No firmaré — dijo firme Alec.

— Alec no hagas las cosas más difíciles, si quieres conservar todos tus bienes firma de una vez por todas estoy asqueada de haber estado contigo.

— Eso no decías en la cama — si Alec sigue hablando Matt es capaz de matarlo y si no lo hace Matt lo hago yo.

— Claro debía fingir los orgasmos — necesito destruirlo — pero para salir de dudas podemos preguntarle a tu zorra.

— Deja de llamarme zorra — solté una carcajada.

— Oh entonces eres inteligente y cobras, a esas se les llama prostitutas — se levantó a golpearme pero Alec la detuvo.

— Ni se te ocurra y no no me voy a casar contigo, voy a recuperar a mi esposa — solté una carcajada más, necesitaba verme convincente aunque me estuviera haciendo pedazos por dentro.

— Alec firma, no te queda ninguna oportunidad conmigo, estoy con Matt — las palabras solo salieron y se dibujo una sonrisa en la cara de Matt, mientras que Alec se abalanzó contra él.

Me metí entre ellos para separarlos, casi recibo un golpe pero logré separarlos.

— Alec firma, ¿que quieres de mi? Tiraste todo lo que construimos por la borda, ¿que esperanzas tienes? — pregunté con un nudo en la garganta.

— ¿No te duele que te haya sido infiel? para que me cambiaras por este.

— No se trata de mi o si duele o no, la pregunta es de que sirve que sigamos casados tu tiene a la zorra perdón digo prostituta y yo tengo a Matt, entiéndelo — tomó la pluma y verlo firmar dolió aún más, creí que lucharía más.

— Listo Zoe es lo que querías ahora largate con tu amante — me acerqué a él, estampé mi mano en su cara y mi rodilla en su entrepierna.

— Te regalo a ese, y busquen un médico no es normal lo que te sucede en la cama, eso es unos minutos y ya.

— Zoe basta — pidió Alec.

— Es preocupante, Alec busca un médico porque tienes un problema completo.

— Él está bien — defendió la pasante.

— Se nota que eres conformista — dije para salir de aquella casa en la que creí que podía ser feliz.

Junto a Matt llegamos al auto para derrumbarme por completo, dolía y mucho, quería negarme a todas las verdades.

— Calmate un poco preciosa, él no merece esas lágrimas — sé que no las merece.

— Lo sé pero duele.

— Piensa en el bebé, el siente lo que tu sientes, mejor limpiemos esas lágrimas vamos por un helado o lo que quieras comer y vamos a visitar a tu mami — tengo mucho sin verla, la extraño tanto.

— Si, vamos primero por algo de comer — fuimos por varios helados, me sentía un poco más calmada.

— ¿Te sientes bien? — asentí — Podemos ir mañana, es mejor que descanses.

— No me voy a derrumbar por él.

— No te debes derrumbar con nada, me tienes a mi, estamos juntos — observé fijamente sus ojos, él cree que es verdad lo que le dije a Alec.

— Matt yo dije que estaba contigo para lastimar a Alec, no malinterprestes las cosas, yo te quiero y lo que sucedió el otro día fue producto de las hormonas, quiero tiempo para mi, me acabo de divorciar — expresé todo lo que debía.

La expresión en su rostro lo decía todo, estaba muy ilusionado, lo vi bajar la mirada, abrió la puerta para que subiera al auto, lo hice y el detrás de mi.

— Matt — susurré.

— No es necesario que digas más, nos quedaremos en la casa de la playa la que construiste — asentí y no dije nada en el camino, ahora me siento peor.

Me divorcie, espero un hijo de un hombre que solo me ha engañado, Matt me tiene atrapada, no puedo corresponderle a su amor, ¿que mas me puede pasar?

— ¿Quieres tiempo? — dijo sacándome de mis pensamientos.

— Si — respondí en voz baja.

— Te daré tiempo, estarás en la casa de la playa, tendrás personal a tu disposición.

— ¿A dónde iras? — pregunté.

— Eso no importa — Dijo para estacionar el auto, hemos llegado.

— ¿Cuándo vendrás?.

— No lo sé — respondió cortante.

— ¿Me estas dejando libre? — pregunté esperando una respuesta positiva.

— Si Zoe, es lo que necesitas tiempo, no te puedo obligar a estar conmigo, te mantendré vigilada sí porque sabes lo de los rusos, pero eres libre Zoe — podía notar el dolor en su voz.

— Gracias por todo.

— Otra cosa más, esta es tu casa y puedes salir las veces que quieras, retomar tu trabajo que no creo que sea necesario por tu estado, pero siempre estarás vigilada por prevención.

— Entiendo.

Salimos del auto y llegamos hasta la  puerta de la casa frente a la playa.

— Matt, ¿iremos mañana a ver a mi mamá? — negó con la cabeza.

— Tengo mucho trabajo Zoe, es mejor que hablen ustedes solas — asentí y me abrazó.

— Te quiero — susurró, me abrazo y se sentía como una despedida.

— Sabes que yo también te quiero — se alejó y me dio una sonrisa melancólica para subirse a su auto y verle perderse en la carretera.

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