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Dos semanas después, Katsuki por fin despertó.

Antes de que esto sucediera, Midoriya Izuku había quedado inconsciente y no había reacción por parte suya, hasta cuatro días atrás.

Preguntó al doctor la situación, pero el mayor no estaba informado de nada de lo ocurrido antes de que ellos llegaran al hospital.
Kai fue a verlo al día siguiente, explicándole hasta donde sabía y entendía; Izuku no recordaba la parte de Sero Hanta o la lesión en su pierna, mucho menos el por qué del estado de su novio.

El doctor le dijo que probablemente bloqueó esos recuerdos, cosa que no le beneficiaba a nadie más que a él mismo.

Con el peliverde recuperado, Kai dejó de ir al hospital; aún seguía preocupado por su hermano menor y por el pobre chico de ojos rubí, pero prefería mantener su distancia con ellos.

Ahora, se informa que lamentablemente Bakugo Katsuki no puede hablar.

Izuku se molesta y entristece mucho con este hecho, sin embargo, según palabras del doctor, es algo temporal.

Ya hablará cuando tenga que hacerlo.

Cuando recién despertó, el pelicenizo estaba aturdido y desorientado, después de horas de Izuku hablándole sobre “lo que ocurrió” y un montón de recuerdos más para refrescarle la memoria, Katsuki pidió algo para poder comunicarse. El doctor les había dejado una libreta y algo con lo que su paciente pudiera escribir.

“No quiero estar aquí, vamos a casa.” escribió Katsuki.

Aquello significaba tanto para Izuku, quien cuando terminó de leer, sonrió.

–Tengo que preguntarle al doctor primero, aunque yo pienso igual, Kacchan. –admitió, tomando entre sus manos las delgadas y pálidas de Katsuki. –Quiero estar en nuestra casa contigo.

Lo mejor era mantener al cenizo en el hospital, pero no podían obligar a un Yakuza a obedecer reglas, mucho menos a uno con el carácter de Izuku.

Así que dieron de alta a Katsuki el mismo día que despertó, ya por la noche. Fue su novio quien lo llevó en el coche, recostándolo en los asientos de atrás para que estuviera lo más cómodo posible.
El peliverde mandó un mensaje a su hermano mayor para avisarle de la gran noticia, pero este nunca le respondió nada. En el proceso, se preguntaba dónde podría estar su otro hermano, Chrono. Hace tiempo que no lo ve, y este ni siquiera le ha hecho alguna llamada. Kai tampoco lo mencionó ninguna de las veces que fue.

Pero no era momento para preocuparse por sus hermanos, tenía asuntos que afrontar; un castigo que le esperaba, y lo más importante de todo, cuidar mejor de Kacchan.

Llegaron al edificio, su usual apartamento ya no lo usarían, ahora vivirían en un piso más arriba de este. Izuku dejó a Katsuki sobre la cama, no quería molestarlo, así que no durmió con él. Sin embargo, tampoco quería perderlo de vista.

Trajo una silla consigo a la habitación en donde se quedó sentado durante toda la noche, mirando al cenizo y durmiendo solo por breves momentos.





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–¿Y por qué no viene él? -Preguntó enojado Shin.

–Solo hazme ese favor. -pidió. –Tenemos que arreglar las cosas de un modo u otro. -el castaño se balanceaba en su silla. –Chrono me dejó a cargo de eso, estamos teniendo muchos problemas ahora, no lo hagas por mí, sino por la organización.

–Kai, sigues dejándolo hacer lo que quiere y eso me molesta. -se levantó del sofá color morado en donde estaba. –Pero lo haré únicamente por la organización, y porque me alegra verte de nuevo aquí. -confesó. –Estos bastardos te extrañaban, ¿Lo sabes?

Definitivamente mío [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora