Sábado 17 de octubre; 10:02

609 48 2
                                    

Los sábados es el único día en el que está toda la familia en casa, por ende, los Schistad reservan el horario del desayuno para hacerlo todos juntos. A pesar de que Viggo, el padre de Christoffer y Mia, ese sábado no estaba, los tres restantes se encontraron de igual manera en el comedor.

Mia fue la última en llegar, arrastrando los pies y sintiendo los ojos pesados por haber estado llorando. En ningún momento Christoffer dejó de observarla con el ceño fruncido. Todavía estaba molesto por aquel show que había dado en casa de Borkis.

— Ay, Mimi —murmuró Silje, sonriéndole con serenidad—. Creí que no ibas a despertarte, amor, ya traigo tu taza.

Sin decirle buen día, se sentó en su silla, mirando directamente al espacio vacío de la mesa hasta que su mamá dejó la taza rosada bajo sus ojos.

— ¿Qué quieres que te sirva? ¿Leche? ¿Café? ¿Un té?

— Un té —murmuró pellizcándose un brazo, aún sin levantar la mirada, sintiendo la de su hermano.

Silje sirvió el agua caliente y luego le pasó el colador con forma de flor con las hebras dentro. Después, sin decir nada, le acercó una tostada a la que Mia no le prestó ni un poco de su atención.

— Cómela —agregó suave, pero autoritaria. Finalmente Mia la miró, aunque fue por un solo segundo y volvió a su té—. Mia.

Agarró la tostada, le dio vueltas, la apretó, la olió, pero nunca la acercó a su boca. Christoffer viró los ojos.

— ¿Cómo dormiste? —le preguntó con cierto tono de voz, alzando una de sus cejas. Ella no le respondió, en cambio, siguió toqueteando la tostada— La está destrozando —avisó, y ella lo pateó por debajo de la mesa.

— ¡Mia! —regañó Silje, alzando el tono de su voz.

— ¡Voy a comerla —chilló.

— ¿Sí? ¿Cuándo?

— Basta, Christoffer —le gruñó entre dientes.

— ¿Sabías que Mia está en un russ bus?

Soltó aire. Silje la miró.

— Tranquilo. Ya no sé si sigo estando —viró los ojos.

— Y no, si anoche casi te agarras a las piñas en una fiesta.

— ¿Es necesario?

— Sí. ¿Mamá? —la miraron.

Silje se rio.

— ¿Qué te pasa?

— Estas alterado, hijo.

— ¿CÓMO NO VOY A ESTAR ALTERADO? —replicó soltando bruscamente su cuchara, chasqueando la lengua.

Silje negó hacia él y volvió a Mia, que nuevamente se estaba pellizcando los brazos mientras miraba fijo la taza. Apoyó su mano sobre la de Mia, apartándosela para que dejara de lastimarse. Christoffer las miraba fijo, sin gracia.

— Ya sabía que Mia salió anoche porque tu padre le dio el permiso, y también sé que se peleó con alguien en la fiesta. Me lo dijo cuando llegó a casa, mientras que tú... —hizo una pausa entre gestos de reproche— Christoffer, llegaste a las nueve de la mañana.

— Yo no soy ella.

— Obviamente —murmuró Mia.

— ¿Y también estarás de acuerdo en que esté en un russ? ¿En serio?

— No veo el problema. Tú estás en uno también.

— Sí, pero yo no intenté suicidarme ni tuve una sobredosis. Sabrás que en el russ tendrá todo en bandeja para volver a hacerlo, ¿verdPUEDES comerte la maldita tostada?! —le gritó. Los labios de Mia temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas.

𝐀 𝐁𝐚𝐝 𝐋𝐢𝐚𝐫 | SKAM 》William MagnussonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora