Sábado 31 de octubre; 01:46

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Ya se encontraban en casa de William. Solos.

Le había costado unos minutos, pero finalmente logró convencerla de que se diera una ducha. Mientras tanto, él rellenaba botellas de agua y preparaba café y panqueques. Los carbohidratos siempre son buenos para absorber, se decía. No confiaba para nada en el equilibrio de Mia, pero ella no quería que se quedara en el baño para supervisar que no se partiera la cabeza, sin embargo, logró que accediera a dejar la puerta abierta. Por otra parte, Christoffer seguía sin contestar llamadas ni los mensajes.

— ¡William! —gritó ella, y él dejó todo para socorrerla— No hay toalla. ¡NO MIRES!

— No miro, pero es que están ahí —señaló el cajón de la mesada.

— Decimelo y list¡AY! —chilló y comenzó a reírse. William dedujo, gracias al chirrido del suelo, que se había patinado.

— ¿Estás bien?

— Sí —respondió seca, escuchando la risa burlona de William.

— Dejé ropa sobre mi cama, puedes ponértela.

— No voy a ponerme nada que alguna de... ''tus chicas'' se haya olvidado aquí. Es un asco.

— Es todo mío.

— No sé si eso debería reconfortarme.

Incrédulo, soltó una risa, negando con las manos apoyadas en sus caderas, le respondió:

— ¿Mia, puedes no comportarte como una perra mientras estoy ayudándote? —ella subió sus ojos ya no tan perdidos hacia los de William y se rio.

— Podría intentarlo.

— Bien. Ve a cambiarte. Gracias.

— No hay de qué —respondió con ironía y giró, abandonando el baño hacia la habitación de William.

Con una de sus manos agarró ambas tazas de café, con la otra el plato de panqueques, y suponiendo que ella ya estaría cambiada, golpeó la puerta con el nudillo de la mano menos cargada. No respondió, espero un segundo y entró sin dudar.

Mia se miraba en el espejo, de lado. Llevaba puesto el buzo de los Penetrators y un bóxer (sin uso) de William.

— Te queda mejor que aquel vestido con olor a vómito —comentó, recibiendo una de sus miradas llenas de odio y fulminantes. Se rio, dejando sobre la mesa de luz todo lo que había llevado. Mia miró de reojo con el ceño fruncido—. ¿Cómo te sentís? —preguntó parándose a su lado, dándole una coleta (que sí era de alguna chica que había pasado por allí), y ella la tomó sin problemas, amarrándose el pelo en un rodete bajo. Suspiró.

— Sigo un poco mareada.

— Deberías comer.

— Ya vi —murmuró, agarrando el panqueque que él le alcanzó de sopetón. Lo mordió, siguiendo a William hasta sentarse en la cama, cerca suyo, dejando un lugar a su lado— ¿Cómo me queda?

— ¿Mhm?

Mia se señaló, posando. William se rio por lo bajo, negando.

— Ahora soy una de tus chicas. ¿Qué es lo que hacen usualmente? —William no respondió, mientras Mia daba vueltas por su habitación, investigando. Lo miró de pronto— No vienen aquí. Claro que no.

— Comete eso y deja de parlotear.

— ¿Qué? —provocó, acercándose— ¿Te pone nervioso? —se inclinó, quedando frente con frente, con las cejas arriba, después arrugó su nariz, con burla— Nada pone nervioso a William Magnusson... Así que... ¿Te da vergüenza ser tan patán?

𝐀 𝐁𝐚𝐝 𝐋𝐢𝐚𝐫 | SKAM 》William MagnussonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora