Al principio se sentían algo nerviosos y paranoicos, pero Kyungsoo se encargaba una y otra vez de aclararles que ya no había peligro, y el amigo abogado de Jaemin tenía un gran expediente lleno de pruebas, testimonios y otras cosas —que nadie sabía, ni quería preguntar, de dónde había sacado—, listo para llevarlo a la corte si ese alfa volvía a aparecer.
Así que, con el paso del tiempo, se relajaron y volvieron a vivir en paz. Dejaron atrás ese apartamento del infierno que, aunque tenía algunos lindos recuerdos, también tenía otros malos. Además, ya le quedaba pequeño a Sungchan.
Con mucho esfuerzo, compraron una casita, no era muy grande, pero sí lo suficiente para que estén cómodos. Sungchan ahora tenía su propia habitación y la decoró como más le gustaba. Era un buen lugar, cercano a sus lugares de trabajo y el jardín de infantes del pequeño.
Doyoung y Sungchan estaban a mitad de la merienda, el pequeño ya tenía tres años, según él ya era un niño grande, así que comía sin —tanta— ayuda de su papá.
—Mark y Jaemin tienen unas cosas en sus dedos y me dijeron que son nillos de casados.
—Anillos, así es —corrigió Doyoung.
—¿Y por qué ustedes no tienen? Mark dijo que las personas que se aman se casan.
—Eso se elije, no es obligación —explicó Doyoung—. Yo amo mucho a tu padre y sé que él también me ama a mí, pero que no estemos casados no quiere decir que nos amemos menos.
—Yo los amo —sonrió con alegría— ¿me tengo que casar con ustedes?
—No, tú eres nuestro hijo, solo se casan adultos que quieren pasar toda su vida juntos y, tal vez, formar una familia.
—¿Y por qué no te casas con papá? —preguntó Sungchan, limpiándose la boca con la servilleta que le alcanzaba su papá.
Doyoung no supo qué contestar. No existía una razón por la que no quisiera casarse con Jungwoo y, para ser sincero, sí lo había pensado muchas veces, pero... No, no había excusa válida para dudar, así que tomaría esta oportunidad para dar el siguiente paso.
—Sungchan, ¿me ayudarías a pedirle matrimonio a tu papá?
—¡Sí! —comentó el pequeño emocionado, comenzando a saltar en la silla, Doyoung lo tranquilizó y le pidió que se sentara otra vez para que no se hiciera daño.
—Pero tiene que ser un secreto —murmuró Doyoung—. Este secreto no es malo, ¿sí? Es una sorpresa que le haremos a tu padre, los secretos malos...
—Son mentiras que hacen daño —completó Sungchan—. Y la sorpresa da felicidad, así que es buena —gritó, elevando sus bracitos al aire.
—Muy bien, cariño. Ahora, debemos limpiar la mesa y pensar qué cenaremos.
—¡SUSHI! —se emocionó Sungchan, bajando de su silla y comenzando a saltar y correr por el comedor.
—Aún no es el día del sushi —aclaró Doyoung.
El pequeño tenía una fascinación por el sushi —aunque, por ser tan pequeño, había comido solo el arroz en forma circular con algunas verduras, evitando el pescado crudo— pero decidieron que sea una cena de un día especial, una vez al mes.
Sungchan ayudó a su padre a preparar la cena —comiéndose las verduritas que quedaban en la tabla o pegadas a su manito—, y jugaron un rato hasta que Jungwoo regresó a casa para cenar todos juntos.
Doyoung no estaba seguro si Sungchan sabía mantener el secreto o simplemente se había olvidado del asunto, pero no volvería a hablar con el pequeño hasta que todo esté preparado, era demasiada responsabilidad para un niño de tres años guardar un secreto tan grande.
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You saved me •°• DoWoo
Fanfiction"Tú me salvaste" Doyoung había oído mil veces sobre las parejas destinadas. Alfas y omegas amándose desde que perciben el aroma de su destinado. Una historia de amor hermosa y conmovedora, que toda persona quisiera tener. Pero para un niño beta, eso...