Bullied (Trigger Warning)

Capítulo 33: "Good Girls are Bad Girls" 2/2

—Puedes bajar —dice mientras saca las llaves del auto, apagándolo.

Estamos en un lugar lejos de donde vivo. Debimos demorar al menos 20 minutos desde la escuela hasta acá.

Al bajarme me encuentro con una casa realmente tremenda. Basta decir que no estacionamos en la calle, sino que en la entrada principal de la casa, la cual tiene una gigante pileta en medio.

Algo así como la casa de Regina George en Mean Girls.

Sigo el paso de Matthew hasta la puerta principal de la casi mansión en la que al parecer vive.

—¿Esta es tu casa? —pregunto mientras toca el timbre.

Él sonríe y niega con la cabeza.

Sin poder preguntar más, un chico de 20 y tantos nos abre la puerta.

—Matt! —exclama mientras lo saluda con un choque de puños y corto abrazo.

—Ian, qué tal —dice devuelta Matt—. Ella es Aria, una amiga de la escuela —informa.

Ian se voltea hacia mi y me examina de arriba a abajo.

Visto con una minifalda, pantys negras y una chaqueta corta de jeans. Muy similar a como andaba en la fiesta la verdad.

La mirada de Ian se enfocó por varios segundos en mis muslos antes de mirarme a los ojos.

Matt lo mira fijo.

—Un gusto, Aria —suelta—. Pasen.

Nos hace pasar al interior de la casa, en donde diviso a 2 chicos más y 2 chicas.

Todos se ven mucho mayores que nosotros. Ninguno debe ser menor de edad.

¿Qué hacemos acá? ¿Quiénes son estas personas?

—Chicos, llegó Matt, con una nueva amiga —suelta Ian con un tono desubicado.

—Hola a todos —saluda Matt al grupo que se encuentra compartiendo en el living—. Ella es Aria —me vuelve a presentar.

—Hola Matt! —saludan algunos de vuelta.

—Hola —les digo a todos.

—Qué linda tu chaqueta —me dice una de las chicas con una sincera sonrisa.

—Gracias —le sonrío de vuelta.

—Chicos, estaremos arriba por si alguien me necesita —avisa para luego tomar mi mano y guiarme hacia las escaleras.

—Sabemos. Usas esto de motel día por medio —exclama alguien.

No sé qué tipo de humor es ese, pero lo considero de muy mal gusto.

—Ja ja —suelta Matt con ironía sin voltearse—. Respeta —añade serio.

Sin más, subimos al segundo piso y entramos a una de las habitaciones.

Pensaba que me encontraría con una habitación con cama, escritorio o lo que sea, sin embargo entramos como a un segundo living.

Hay un sofá de cuerina negro, una gran televisión y una mesa de vidrio al centro.

La habitación además cuenta con un balcón.

Matt cierra la puerta detrás de nosotros un poco encabronado, según noto.

—¿Todo bien? —le pregunto mientras toma asiento en el sofá.

—Sí, solo que detesto cuando lanzan ese tipo de comentarios —afirma—. No creas que traigo a cualquier persona a este lugar.