Capítulo 28: "Alcohol y basquetbol" 1/2

77 3 0
                                    

Viernes. Día del partido.

Despertamos con Savannah para ir juntas a la escuela. Borrachas pero responsables.

No mentiré, aún me siento un poco ebria por la noche de ayer. Trato de hacer memoria y, sí, recuerdo todo lo que pasó. Tal vez no es tan así como dicen, que cuando uno se emborracha olvida todo. O al menos agradezco que no sea así conmigo.

Nos arreglamos lo más que pudimos. Savannah me prestó unas prendas muy lindas, muy otoñales: jeans, botines negros casuales con plataformas, una camiseta blanca cuello de tortuga y un cardigan negro. También me dejó ducharme en su casa y asearme completamente, lo cual agradezco, porque no soportaba el olor a alcohol que emanaba de mí.

El hecho de que estemos haciendo estas cosas con Savannah, me hace sentir que realmente quiere ser mi amiga, de forma muy honesta y eso me gusta mucho. Savannah es una persona muy genial. 

Salimos rumbo a la escuela en su camioneta. Ambas íbamos con lentes de Sol, porque realmente no pudimos hacer mucho con nuestras caras, independiente del maquillaje.

Las dos nos sentíamos fatal. Teníamos una resaca horrible. A mi se me revolvía el estómago y tenía demasiada sed. Savannah tenía dolor de cabeza y el estómago revuelto, también.

Llegamos juntas a la escuela, pero nos separamos en el pasillo para ir cada una a su casillero.

Voy al mío a paso lento, caminando entre la gente un poco mareada. De verdad aún me siento un poco ebria. ¿Esto pasará cada vez que beba alcohol? Se siente horrible, pero anoche lo pasé demasiado bien.

Me pone a pensar que tal vez esto me hacía falta y no hablo solo de Savannah. Me hace pensar también que quizás necesitaba algo para estar feliz. Nada me saca tanta felicidad como el alcohol lo hizo ayer. ¿Podrá ser algo que haga más seguido? Digo, mi papá lo ha hecho, lo he visto ebrio un sinfín de veces, pero nunca lo he visto como a nosotras ayer, sino que todo lo contrario. Tal vez el alcohol no sea tan malo al fin y al cabo, solo depende de quien lo beba, ¿no?

Mierda. Mi papá.

Rápidamente mi corazón se acelera. No he revisado mi celular desde ayer en la tarde y no llegué a casa. Hoy lo más probable es que me tope con Junior, ¿estará preocupado o le habrá valido mierda el hecho de que no llegara? Ha estado tan confusa su actitud estas semanas que no sé qué pensar.

De mi casillero saco los libros que tengo para la primera clase del día. Los meto en mi mochila, pero saco mi celular.

Camino hacia el salón correspondiente mientras enciendo el aparato. Mi corazón comienza a acelerarse cada vez más y mis manos comienzan a transpirar.

Cuando al fin enciende, activo los datos móviles. Uno por uno los mensajes comienzan a caer. Mi teléfono vibra como loco. Me da tanto nervio, que no me da la mente para revisar los mensajes.

Bloqueo el celular sin revisar nada a profundidad y lo guardo de nuevo. Respiro hondo y boto.

Calma.

Camino al salón distingo a Crawford. Él animadamente se me acerca.

—Vaya —dice mirándome de arriba a abajo—. Te ves del asco —dice con tono de burla, pero sin maldad—. Digo, tu cara se ve fatal, tu ropa, fantástica.

—Calla —le digo golpeando suavemente su brazo—. No me veo tan mal —me justifico.

Nos detenemos fuera de la sala. Me toma tranquilo por los hombros y me examina el rostro.

Me pongo un poco nerviosa al recibir tanta atención en un punto fijo de mi cuerpo, por lo que miro hacia un costado.

—Si no fuera por los lentes, Aria, todos notarían que dormiste muy mal anoche —asegura.

Bullied (Trigger Warning)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora