C9

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Estaba agotada, sinceramente con dolor de cabeza.
Su preocupación había aumentado considerablemente cuando Third Reich había mencionado por accidente que ella ya llevaba dos meses con ellos.

Había perdido la cuenta...

¿Y sus pilotos?
¿Sus estados?
¿Su gente?
Se mordía sin querer la uña de su pulgar.

Se encontraba caminando de un lado a otro en la habitación que le prestó Nazi.
Pero el hecho de que cada vez Nazi le colocará trabas a Imperio para que no la siguiera cortejando la hacía sentir un poco sola.

Soltó un suspiro pesado y se sentó encogida en una esquina de la habitación, «no me queda de otra» pensó decidida.

Se quitó la pijama que Nazi le había dejado.

Empezó a ponerse su traje de piloto y espero detrás de la puerta a que una sirvienta del alemán le viniera como siempre a dejar la comida.

Una señora entró y dejo la bandeja con la comida en un mueble.
Al voltear simplemente sintió como le tapó la boca y la dejo inconsciente la mexicana.

— lo lamento...

Salió rápidamente encontrándose al nazista que sin pensarlo la atacó.

— regresa a tu habitación—  exclamó tomándola de las muñecas y acorralándola

— ya no puedo estar aquí! Regresaré! Y te aseguro Nazi que difícilmente olvidarás mi nombre! Todos ustedes se darán cuenta de lo que soy capaz!

Con sus piernas logró tirar al contrario, lo golpeó fuerte en el abdomen y se salió corriendo.

Se quedó helada cuando un par de cuchillas la hicieron clavarse en la pared. Nazi se le acercó serio y con su típica mirada fría.

— se de lo que eres capaz… y desde la primera vez en que nos vimos a los ojos supe que no podría sacarte nunca de mi mente… México.

- *tks*— se quejó —pues estoy arta, ya no quiero ser su pendeja Princesa en apuros

— eres más que una princesa, eres una guerrera— su mirada se hizo de pronto dulce y por primera vez Nazi dejo que en su rostro se dibujara una linda y sincera sonrisa que junto a esa mirada profunda lo hacían ver encantador.

— y tú un genocida

El nazista negó con la cabeza cerrando los ojos pero todavía con una pequeña sonrisa, al alzar la mirada la mexicana ya no estaba.

Abrió sus ojos como platos impactado y salió corriendo a la salida percatandose de la gran figura en el cielo que comenzaba a ser atacada por sus soldados.

Era él o… los rayos del Sol golpeándo a aquella mujer solo la hacían ver cómo un ángel.
Se quedó embobado mirando era figura en el cielo por unos segundos, sentía su corazón latir muy rápido y algo en su interior le decía que lo mejor era dejarla ir si en verdad la amaba pero por otra parte también que no la dejara escapar de sus manos porque la perdería para siempre.

Él desplegó también sus alas, el segundo pensamiento fue más fuerte.

Se avalanzo contra ella en el cielo, pero para su desfortunio ella era mucho más fuerte en el aire, forcejearon por un momento pero un par de balas golpearon el brazo del nazista haciéndolo soltar un quejido del dolor, Mex valoró para golpearlo justo enmedio de sus alas y hacer que se desplomara.

No sin antes murmurarle al oído:
«ojalá no estuviéramos en bandos opuestos… hubiéramos sido buenos amigos»

Otras balas lograron perforar su cuerpo pero ninguna le dió en un órgano afortunadamente, comenzó a alzar más el vuelo y se retiró…

Dejando al nazista en el pequeño enigma de ¿Sentirse bien porque a México le hubiera gustado estar en el mismo bando que él o sentirse friendzoneado porque solo hubieran sido amigos?

No sabía pero soltó un suspiro alegre, sentir el aliento de la mexicana tan cerca de su oreja le hizo sentir muchas mariposa en el estómago que incluso sintió su corazón salirse de su cuerpo.

La simple cercanía de la mexicana…

«Maldición… me enamoré…»

Pensó positivo, pues realmente el hecho de haber perdido a la mexicana solo lo veía como una oportunidad para ir por ella y decirle lo que sentía sin miedo a que alguien descubriera sus verdaderos sentimientos…

🄻🄰  🄸🄽🄵🄸🄻🅃🅁🄰🄳🄰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora